L D (EFE) "Por ello, esperamos dar, antes del 30 de enero, una respuesta sobre por qué se acepta o rechaza una candidatura", añadió Yanati, que fijó la fecha del 30 de enero porque después empieza la campaña electoral.
Las declaración del clérigo, uno de los hombres más influyentes del país, supone una pequeña y nueva victoria para los reformistas, los más afectados por la decisión de este organismo no electo y con derecho a veto, bastión del conservadurismo iraní.
La mayor parte de las cuestiones políticas en Irán, como la enmienda de leyes parlamentarias y otras reformas, necesitan la aprobación del Consejo, que durante sus últimos cuatro años se ha convertido en la pesadilla del presidente de la república, el reformista Mohamed Jatamí. La última tormenta la desató la semana pasada, cuando los Guardianes, que tienen la última palabra en asuntos electorales, vetaron más de 3.500 candidaturas, entre ellas la de 82 diputados cercanos a Jatamí.
Muchos de los aspirantes fueron descalificados por razones tan diversas como poco respeto a la Constitución del país, rebeldía contra las autoridades religiosas o atentar contra el sistema de democracia islámica impuesto tras la revolución de 1979. La decisión del Consejo de Guardianes propició que varios de los ministros y vicepresidentes de Jatami, incluido el propio presidente, amenazaran con dimitir. Además, los 82 diputados rechazados iniciaron una sentada en el Parlamento.
Este viernes, uno de los encerrados, Gholan Heidar Ebrahimbay aseguró que todos los cargos reformistas iraníes "están preparados para renunciar si no se dan las condiciones para unos comicios libres". Los ministros y vicepresidentes del Gobierno confirmaron el miércoles que han presentado sus cartas de dimisión y que están a la espera de lo que decida el jefe del Gabinete, que en la actualidad se encuentra de vista oficial en Suiza.
Jatamí, cuyo programa reformista le llevó al poder por primera vez en 1997, dijo ese mismo día desde la ciudad helvética de Davos que tiene intención de cumplir con su compromiso con el pueblo iraní. Desde su ascenso a la presidencia, Irán se ve sacudida por una continua tormenta política, agitada por la enconada lucha que reformistas y conservadores libran para hacerse con el control del país. Los reformistas, encabezados por Jatamí, dominan el Parlamento y los gobiernos regionales y municipales.
Los conservadores cuentan con el apoyo de ayatolá Alí Jamenei y el control de poderosas instituciones con derecho a veto, como el Consejo de Guardianes.
Las declaración del clérigo, uno de los hombres más influyentes del país, supone una pequeña y nueva victoria para los reformistas, los más afectados por la decisión de este organismo no electo y con derecho a veto, bastión del conservadurismo iraní.
La mayor parte de las cuestiones políticas en Irán, como la enmienda de leyes parlamentarias y otras reformas, necesitan la aprobación del Consejo, que durante sus últimos cuatro años se ha convertido en la pesadilla del presidente de la república, el reformista Mohamed Jatamí. La última tormenta la desató la semana pasada, cuando los Guardianes, que tienen la última palabra en asuntos electorales, vetaron más de 3.500 candidaturas, entre ellas la de 82 diputados cercanos a Jatamí.
Muchos de los aspirantes fueron descalificados por razones tan diversas como poco respeto a la Constitución del país, rebeldía contra las autoridades religiosas o atentar contra el sistema de democracia islámica impuesto tras la revolución de 1979. La decisión del Consejo de Guardianes propició que varios de los ministros y vicepresidentes de Jatami, incluido el propio presidente, amenazaran con dimitir. Además, los 82 diputados rechazados iniciaron una sentada en el Parlamento.
Este viernes, uno de los encerrados, Gholan Heidar Ebrahimbay aseguró que todos los cargos reformistas iraníes "están preparados para renunciar si no se dan las condiciones para unos comicios libres". Los ministros y vicepresidentes del Gobierno confirmaron el miércoles que han presentado sus cartas de dimisión y que están a la espera de lo que decida el jefe del Gabinete, que en la actualidad se encuentra de vista oficial en Suiza.
Jatamí, cuyo programa reformista le llevó al poder por primera vez en 1997, dijo ese mismo día desde la ciudad helvética de Davos que tiene intención de cumplir con su compromiso con el pueblo iraní. Desde su ascenso a la presidencia, Irán se ve sacudida por una continua tormenta política, agitada por la enconada lucha que reformistas y conservadores libran para hacerse con el control del país. Los reformistas, encabezados por Jatamí, dominan el Parlamento y los gobiernos regionales y municipales.
Los conservadores cuentan con el apoyo de ayatolá Alí Jamenei y el control de poderosas instituciones con derecho a veto, como el Consejo de Guardianes.