El Real Madrid golpea primero al Sevilla y se pone a un paso de la final de la Copa del Rey (2-0)

L D (EFE) Pese a la ausencia a última hora del brasileño Ronaldo, el Madrid encontró oro donde parecía que no lo había y hasta al final tuvo ocasiones para haber dejado todo absolutamente sentenciado. El brasileño, el gran azote para las defensas rivales y el gran referente ofensivo del cuadro de Carlos Queiroz, se podía echar en falta, como así pareció buena parte de la contienda

Su ausencia podía suponer un acicate moral para un conjunto sevillano ya de por sí supermotivado, a la par de una pérdida de grandes dimensiones para los madridistas, casi huérfanos sin su pegada. Solari encontró así de nuevo una plaza en el once inicial blanco y Zidane quedó de salida como enganche para Raúl, pero ni siquiera la magia del francés servía para desequilibrar el perfecto entramado dispuesto por Caparrós. Los hombres del técnico utrerano ofrecieron su mejor versión en la faceta de contención en la primera mitad. Con constantes ayudas y un enorme trabajo tejieron una tela en la que cayó reiteradamente el Real Madrid, en el que ni Guti ni Beckham supieron administrar con sentido auténtico el fútbol atacante de su equipo. Además, los despliegues de Daniel Alves por su banda derecha inquietaron a los blancos, pero aún más la brega constante de Darío Silva y la ubicación de Julio Baptista, muy bien instalado por detrás de los medios centros locales y por delante de los centrales, quienes vivieron una auténtica pesadilla, sobre todo Raúl Bravo.

Baptista, La Bestia, es un hombre con una llegada al área contraria espectacular. Sus compañeros lo saben y de no haber sido por dos cruces milagrosos de Iván Helguera y de Míchel Salgado el resultado al descanso podría haber sido favorable al cuadro sevillano. Los de Caparrós, no obstante, tardaron media hora en darse cuenta de que si se lo proponían podían hacerle daño al Real Madrid en ataque, ya que atrás todo lo tenían bastante controlado pese al esfuerzo de Raúl, Zidane y compañía, mientras que Figo, lesionado, dejó su lugar a Portillo a la media hora. La trampa de Caparrós estuvo muy cerca de dar sus frutos a lo grande, pero ni siquiera en ausencia de Ronaldo se puede olvidar que el Real Madrid dispone de un ramillete de grandes futbolistas. Uno de ellos, que tiene asumido ser el 12, es Solari. El argentino es más que rentable y por partidos es muy decisivo. No en vano, el equipo de Queiroz ha llegado a esta semifinal gracias a él, y una vez más quiso ser protagonista de la supervivencia de su equipo. Lo hizo en un momento especialmente delicado, porque el Sevilla parecía haberse hecho con las riendas del choque y la eliminatoria de manera definitiva, a falta de rubricarlo con un gol.

 

Pero surgió Solari para firmar una bellísima e increíble acción, porque tras recortar a su par se quedó sin ángulo y, en cambio, enganchó un poderoso zurdazo que sorprendió a Esteban, quien había salvado poco antes una gran oportunidad de Raúl. El Sevilla parecía no haberle perdido la cara al encuentro, pero el partido enloqueció y lo pagó con el segundo tanto blanco, que procedió de un robo de balón de Portillo que culminó Raúl con un preciso zurdazo desde el borde del área. El capitán una vez más estuvo en el sitio adecuado en el momento adecuado. Es el máximo artillero de la presente Copa con seis tantos, por delante de Baptista, al que ganó en este apartado la batalla particular. El 2-0 sí que dejó casi k.o. al conjunto sevillano, porque el Real Madrid, crecido, tuvo un par de grandes oportunidades en un final pletórico que podrían haber decantado por completo la eliminatoria. No lo logró y ahora deberá rentabilizar este marcador en el Sánchez Pizjuán, que será una bombonera en busca del milagro. En la Liga, esta campaña, el Sevilla venció por 4-1, resultado que le catapultaría hasta la final.