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Buesa calcula que el PIB del País Vasco se reducirá un 20 por ciento si se independiza

El catedrático de la Universidad Complutense y director del libro "Economía de la secesión. El proyecto nacionalista y el País Vasco", Mikel Buesa, ha explicado este lunes que "a los secesionistas nada parece importarles los riesgos de aplicación del Plan Ibarretxe". El Plan, de materializarse, supondría una reducción del 20 por ciento del PIB de la Comunidad y la pérdida de 178.000 empleos elevando el paro hasta el 29 por ciento.

L D ( EFE ) En el acto de presentación de la obra, en la que participan 16 profesores de cuatro Universidades -Complutense, Cantabria, Valencia y Rey Juan Carlos-, Buesa se refirió a las dificultades económicas de aplicación del Plan y agregó que los gobernantes vascos "parecen inclinados a sacrificar los intereses de los ciudadanos".

Buesa dijo que el libro, que se estructura en ocho capítulos que evalúan las consecuencia "del proyecto secesionista", pretende "rendir un servicio a la sociedad española ante el imponente reto de la secesión". La obra refleja que con la secesión, el País Vasco puede reducir su PIB hasta en un 20 por ciento, destruir más de 178.000 puestos de trabajo y hacer subir la tasa de paro más del 29 por ciento.

Añade Buesa que la separación del País Vasco de España y de la UE conllevará la aparición de fronteras, de costes arancelarios y de tramitación de exportaciones, así como la posible deslocalización de empresas, lo que dará lugar a la pérdida de actividad y de empleo. Otro de los capítulos hace referencia a que en los últimos 30 años, el terrorismo de ETA afectó negativamente a la economía vasca y evalúa ese coste en un 25 por ciento del PIB, debido especialmente al comportamiento de la inversión productiva "muy sensible a la actividad terrorista".
 
Una sistema de Pensiones propio insostenible

El libro destaca que el País Vasco comercia con el resto de España con una intensidad hasta 16 veces mayor que con los demás países y que la secesión "provocaría un decaimiento" en las ventas de los productos vascos. Recoge que las pequeñas y medianas empresas vascas declaran que el terrorismo y el clima político influyen sobre sus decisiones de inversión y localización. Buesa precisó que un 55 por ciento de ellas consideran perjudicial el Plan Ibarretxe, "incluso antes de su debate parlamentario", y sólo un 10 por ciento lo apoya, mientras que más del 40 estudia qué estrategia adoptar si el plan sigue adelante y un 25 por ciento contempla abandonar el País Vasco.

El trabajo pone de manifiesto que las empresas multinacionales acuden poco al País Vasco y que en la última década sólo recibió el 3,5 por ciento de la inversión directa extranjera llegada a España. Según sus autores, un modelo econométrico señala que el comportamiento de esa inversión es anómalo y no se corresponde con la dimensión relativa de la economía vasca. "De manera -agregan- que la región ha obtenido un 40 por ciento menos de inversión de lo que cabría esperar en función de su tamaño".
 
Otro de los capítulos asegura que si el País Vasco se separa de España, la financiación de las competencias estatales por parte del Gobierno vasco supondrían un déficit superior a 4.000 millones de euros, más del nueve por ciento del PIB. Estiman en 10.659 millones de euros para 2002 el ejercicio de las competencias no asumidas, de las que algo más de la mitad corresponden a la Seguridad Social y el resto al gasto de exteriores, defensa y política económica. Esa cifra sólo se compensa parcialmente con los 6.474 millones que el Estado dejaría de percibir, de los que 4.252 corresponderían a las cotizaciones sociales, 1.187 a los impuestos netos recaudados por la Agencia Tributaria y 1.035 al cupo, aunque precisan que las cifras pueden ser distintas según la metodología de cálculo que se aplique.

El libro defiende que en el País Vasco el sistema de pensiones no es sostenible sin España y que la independencia conducirá al Gobierno vasco a crear una nueva moneda, el eusko, que "se enfrentará a importantes dificultades para el sostenimiento del tipo de cambio, generando inflación, incertidumbre y altos tipos de interés". Por todo ello, según Buesa, la secesión no traerá prosperidad, "sino todo lo contrario", ya que un País Vasco independiente "pasará por graves dificultades económicas que redundarán en una pérdida de bienestar para los ciudadanos, que encontrarán menos oportunidades de empleo, con unos servicios públicos más modestos, a la vez que pagarán más impuestos".

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