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Garzón decreta orden de prisión incondicional para el etarra que dejó en libertad Ruiz Polanco

El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, ha ordenado prisión incondicional para Ibai Ayensa, el etarra que presumía de atentados para que ETA se fijara en él y que fue excarcelado por el magistrado Guillermo Ruiz Polanco. También irán a la carcel Iker Isiegas y Sergio Medina por tratar de colocar un artefacto explosivo en un banco en Pamplona en diciembre de 1999, que estalló en el coche en el que lo trasladaban.

L D (EFE) Según informaron fuentes jurídicas, Baltasar Garzón, que acusa a los tres de pertenencia a banda armada, tenencia ilícita de explosivos y estragos, ha dictado también una orden de detención contra Andoni Aspiazu, que habría ocultado a Ayensa tras quedar éste herido en la explosión.

Aunque ante el juez negaron los hechos que se les imputa, en sede policial reconocieron su participación y así Isiegas, que trabajaba en una "herriko taberna", fue quien ofreció a Ayensa el artefacto y éste decidió colocarlo en una sucursal del Banco de Santander en Pamplona. Como no tenía coche le pidió a Medina que le trasladara en su vehículo sin ocultarle cuáles eran sus planes.

La intención de los terroristas ha quedado ahora desvelada al recibir Garzón, mediante una comisión rogatoria de Francia, el contenido de una carta "autocrítica" de Ayensa, excarcelado el pasado 23 de febrero por Ruiz Polanco al vencer en dos días el plazo para proceder a la prorroga de su prisión provisional dos años después de su detención por su relación con el grupo "Ekaitza".

Esta carta, según el juez, "evidencia la posible participación en el hecho descrito de Ibai Ayensa Laborda, miembro del 'comando Ekaitza' de ETA, siendo la persona que manipuló y trasladó el artefacto explosivo junto con Sergio Medina Azanaza, que había entregado al primero Iker Isiegas, compuesto de pólvora y destinado a ejecutar un ataque contra el Banco de Santander de la avenida Sancho el Fuerte de Pamplona (Navarra)".

Aunque ante el juez, los tres detenidos negaron los hechos que se les imputan, en sede policial reconocieron su participación en la citada tentativa de atentado y así Isiegas, quien trabajaba en una herriko taberna, fue quien ofreció a Ayensa el artefacto, pero como éste, que lo enterró en el sótano de su casa, no tenía coche pidió a Medina que le trasladara en su vehículo sin ocultarle sus planes.

Tras colocar el artefacto en el asiento trasero del coche se dirigieron a Pamplona y aparcaron en una plaza situada detrás de la Vaguada, en el barrio de San Juan. Ayensa, que se encontraba en el asiento del copiloto, se dio entonces la vuelta para manipular el artefacto y activar el temporizador, pero al conectar la clavija del detonador a la pólvora, se produjo una explosión que le hizo salir despedido del coche, lo que le causó heridas en la frente y las manos, mientras que Medina sufrió heridas en la espalda.

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