L D (Agencias) El presidente del Gobierno renunció el jueves a que Madrid sea la sede de la firma de la Constitución europea. En su discurso de investidura se comprometió a que este acto fuera un homenaje a las víctimas de la masacre de Madrid. Pero no era sólo una decisión personal. Todo su partido había adoptado el mismo compromiso en el manifiesto programático para las elecciones europeas. Se firmó el domingo 2 de mayo.
Tal y como recoge la agencia Europa Press, la página 12 de este documento dice así: "Una victoria socialista en las elecciones europeas (...) será reclamar, como hizo el Parlamento Europeo a propuesta del Grupo socialista, que la primera Constitución Europea se firme en Madrid en homenaje a las víctimas de los brutales atentados del 11 de marzo, porque fortalecer las instituciones europeas y la democracia en nuestro continente es la mejor manera de responder al terrorismo".
Sin embargo, este jueves el presidente del Gobierno cambió repentinamente de opinión tras su visita al primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Entonces decidió que "debemos ser coherentes con los principios sobre lo que representa el terrorismo" y recordar que éste "no puede alterar la agenda de lo que representa la UE, aunque sea en un aspecto formal como la firma de la Constitución". Por ello, manifestó que "desea" que sea Roma la ciudad que acoja el evento y agradeció las muestras de apoyo que ha recibido en solidaridad por los atentados del 11-M.
La sorpresa de Enrique Barón
Ya el jueves, cuando Zapatero decidió ceder ante Berlusconi, el presidente del grupo socialista europeo, Enrique Barón, mostró su "sorpresa" por el cambio repentino. La agencia Europa Press recogió unas declaraciones del portavoz de Barón, Guillermo Díaz Plaja, en las que aseguraba que se desconocían las razones por las que el presidente del Gobierno cambiaba de postura. Según estas fuentes, Enrique Barón dijo que "no podía valorar la decisión".
La Cámara europea había aprobado por 197 votos contra 173 que la firma se celebrara en Madrid con carácter simbólico. La enmienda original procede de Francesco Rutelli, ex alcalde de Roma y líder de la oposición al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Precisamente Enrique Barón fue uno de los que apoyó la iniciativa. Parece pues que Berlusconi tenía especial interés en contrarrestar una propuesta que había surgido desde la oposición italiana y defendió la sede romana con la excusa de la tradición ya que el Tratado fundacional se firmó en 1957 en esa ciudad.