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Guerra se pregunta en su libro de memorias qué queda de sus pactos personales con Felipe González

El ex vicepresidente del Gobierno con Felipe González repasa en un libro de memorias de próxima aparición su relación con el ex presidente. Con su habitual ironía, deja ver la distancia que hay actualmente entre ambos y el desencanto que le provocó el que fuera jefe del Ejecutivo durante 14 años. De los lazos que les unieron se pregunta qué quedará de ellos y reprocha "la falta de memoria" de quien fue su mano derecha.

L D (EFE) Alfonso Guerra recoge en su libro Cuando el tiempo nos alcanza sus memorias hasta 1982 y cuenta cómo conoció a Felipe González, del que se pregunta que quedará de aquel pacto en el que se comprometían a asumir las cargas familiares del otro si a uno le pasaba algo grave.

"Nos comprometimos mutuamente y con una sinceridad novelesca que si a alguno de nosotros le ocurría algo grave, el otro quedaba comprometido a tomar como suya la responsabilidad familiar del afectado. Tal compromiso —dice— de asumir las cargas familiares lo renovamos en algunas ocasiones. Me pregunto hoy qué queda de él".
Alfonso Guerra, que en la introducción anuncia que habrá un próximo tomo de sus memorias, califica a González, cuando le conoció, de "prudente, moderado, un personaje brillante y de oratoria convincente" y relata que poseía un piso, regalo de su padre, "del que varios teníamos una llave para usarlo en diversos menesteres". Relata que al principio de su relación amistosa y política "juntos multiplicábamos la eficacia de la capacidad de cada uno de nosotros, y trabajábamos con la tranquilidad de sostener nuestra relación sobre la amistad, el respeto y la lealtad", de ahí que llegaran a hacer un juramento.

Sin embargo, también tiene reproches para el ex presidente. Alejados desde hace varios años, Guerra describe su "resistencia" para entrar en el Gobierno y lamenta cómo González, veinte años, después declaró no tener constancia de la misma. Una actitud del ex presidente a la que no encuentra explicación y de la evita pronunciarse. Se limita a señalar que es una "lección política de primer orden".

Relata cómo González le pidió que si algún día veía que perdía el sentido de la realidad que se lo advirtiera y cómo le respondió que si eso ocurriera implicaría la incapacidad para aceptar su crítica. Al final, ocurrió y comenzó un distanciamiento que todavía se mantiene. 

Dedica también, en el capítulo sobre el XXVIII Congreso del PSOE, una parte a contar los debates y la polémica surgida cuando González propuso retirar el marxismo como elemento de la definición del PSOE. Subraya como éste hizo un "movimiento táctico" que él nunca entendió, ya que le encargó la defensa de su posición a Joaquín Almunia, del que Guerra dice en su obra que es "de corazón frío, incapaz de transmitir emoción, crédito, verdad, si acaso él la siente". Entonces, detalla, González amenazó con no volver a repetir como secretario general, cosa que al final sí hizo.

El libro, de 354 páginas y editado por Espasa, cuenta sus memorias desde 1940 hasta 1982. El próximo martes, el presidente Zapatero acudirá a su presentación.  

 

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