"Nos comprometimos mutuamente y con una sinceridad novelesca que si a alguno de nosotros le ocurría algo grave, el otro quedaba comprometido a tomar como suya la responsabilidad familiar del afectado. Tal compromiso —dice— de asumir las cargas familiares lo renovamos en algunas ocasiones. Me pregunto hoy qué queda de él".
Sin embargo, también tiene reproches para el ex presidente. Alejados desde hace varios años, Guerra describe su "resistencia" para entrar en el Gobierno y lamenta cómo González, veinte años, después declaró no tener constancia de la misma. Una actitud del ex presidente a la que no encuentra explicación y de la evita pronunciarse. Se limita a señalar que es una "lección política de primer orden".
Relata cómo González le pidió que si algún día veía que perdía el sentido de la realidad que se lo advirtiera y cómo le respondió que si eso ocurriera implicaría la incapacidad para aceptar su crítica. Al final, ocurrió y comenzó un distanciamiento que todavía se mantiene.
Dedica también, en el capítulo sobre el XXVIII Congreso del PSOE, una parte a contar los debates y la polémica surgida cuando González propuso retirar el marxismo como elemento de la definición del PSOE. Subraya como éste hizo un "movimiento táctico" que él nunca entendió, ya que le encargó la defensa de su posición a Joaquín Almunia, del que Guerra dice en su obra que es "de corazón frío, incapaz de transmitir emoción, crédito, verdad, si acaso él la siente". Entonces, detalla, González amenazó con no volver a repetir como secretario general, cosa que al final sí hizo.
El libro, de 354 páginas y editado por Espasa, cuenta sus memorias desde 1940 hasta 1982. El próximo martes, el presidente Zapatero acudirá a su presentación.