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Anastasia Myskina se impone a su compatriota Dementieva y conquista su primer Roland Garros

La final femenina de la presente edición de Roland Garros ha sido un visto y no visto. Dos rusas se enfrentaban en el último partido del segundo Gran Slam de la temporada, pero realmente sólo apareció una sobre la pista central del complejo parisino. Anastasia Myskina se ha impuesto a Elena Dementieva por 6-1 y 6-2 en 59 minutos. Este domingo se volverá a disputar una final fraticida, será la que disputen los argentinos Guillermo Coria y Gastón Gaudio.

La final femenina de la presente edición de Roland Garros ha sido un visto y no visto. Dos rusas se enfrentaban en el último partido del segundo Gran Slam de la temporada, pero realmente sólo apareció una sobre la pista central del complejo parisino. Anastasia Myskina se ha impuesto a Elena Dementieva por 6-1 y 6-2 en 59 minutos. Este domingo se volverá a disputar una final fraticida, será la que disputen los argentinos Guillermo Coria y Gastón Gaudio.
L D (EFE)  Con un marcador de 6-1 y 6-2 en sólo 59 minutos, Myskina puso fin a un encuentro que pasará a la historia por ser la primera final de un grande entre dos rusas, pero no por la calidad que demostraron las dos jugadoras, grandes amigas, aunque exentas de agresividad y con la pólvora mojada en sus raquetas. Una derecha larga de Dementieva acabó con los sueños de la rubia moscovita y con los de su entrenadora, Olga Morozova, que después de 30 años de disputar ella la final contra Chris Evert soñaba que su pupila lograría lo que entonces se le escapó.

Myskina apenas reaccionó ante el último punto. No se lo creía. Era un fallo más de su rival, que acumuló 33, y miró a un lado y a otro para encontrar una cara que corroborase su victoria. Se convierte así la morena moscovita en la nueva campeona del torneo, después de haber salvado una bola de partido contra su compatriota Svetlana Kutnesova en la cuarta ronda. En la historia de París sólo otras dos jugadoras ganaron el título con esta adversidad, Margaret Osbourne-Dupount (1946, y salvó dos) y Margaret Smith Court (1962, uno).

Independientemente de la mayor seguridad de Myskina, Dementieva se lo puso muy fácil. Su saque, criticado por ser indigno de su supuesto nivel, corroboró esta afirmación. Flojo, mal colocado y con diez dobles faltas, tres de ellas en el séptimo juego del segundo set, era un arma inexistente. Para Myskina su tarea tenía un objetivo perfectamente seleccionado. Controlar sus emociones, su mal genio, el mismo carácter endiablado que le jugó una mala pasada este año en el Abierto de Australia. En este aspecto estuvo magistral y sólo mostró un incipiente principio de cabreo en el séptimo juego cuando amagó con golpear la raqueta contra el suelo. Su revés estuvo certero y abrió los ángulos necesarios para que Dementieva sufriera.

Myskina recibió el trofeo de manos de Jackson Richardson, capitán de la selección de balonmano de Francia, dos veces campeón del mundo (1995 y 2001) y próximo abanderado de esta delegación en Atenas. Myskina logró por este título, el segundo este año, el primero fue en Doha, y el octavo de su carrera un cheque por 860.000 euros. Dementieva ganó otro por la mitad. El lunes saldrá tercera en la clasificación mundial, mientras que Dementieva aparecerá en el sexto.

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