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La euforia se desata en Atenas para recibir a los campeones de la Eurocopa

Cerca de 300.000 personas, repartidas entre el interior y los aledaños del estadio del Panathinaikos y las calles de la ciudad, recibieron en Atenas al equipo nacional de fútbol para celebrar el triunfo en la Eurocopa de Portugal 2004.

Cerca de 300.000 personas, repartidas entre el interior y los aledaños del estadio del Panathinaikos y las calles de la ciudad, recibieron en Atenas al equipo nacional de fútbol para celebrar el triunfo en la Eurocopa de Portugal 2004.
L D (EFE) El autobús blanco que transportaba a los jugadores y al equipo técnico encabezado por el entrenador alemán Otto Rehagel, con el trofeo en la mano, tardó tres horas y media en atravesar un recorrido que no suele exceder los 45 minutos. Desde el aeropuerto internacional de Atenas al estadio histórico Panathinaikos, con fondo la Acrópolis de Atenas.
Los quince últimos kilómetros han sido inaccesibles para el autocar debido a la cuantiosa afluencia de seguidores que se encontraban en las avenidas esperando a los héroes.

El estadio en que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la Edad Moderna en 1986 y en donde finalizará la carrera del Maratón en los Juegos de Atenas este agosto, ha sido el escenario elegido para dar la bienvenida a la selección campeona.

El primer ministro griego, Costas Caramanlis y su esposa Natasa, así como el jefe de la oposición mayoritaria socialista Yorgos Papandreu, miembros del gobierno, notables, atletas y unas 8.000 personas se contaban entre el aforo del campo. Los comentaristas griegos repiten que se trata de la mayor campaña de promoción del país, la mayor para los Juegos Olímpicos que se iniciarán el próximo 13 de agosto y se prolongarán 17 días.
 
El asombroso éxito de Grecia que les convirtió en campeones de la Eurocopa ha provocado celebraciones delirantes de los griegos en Portugal así como también por toda Grecia y por todo el mundo.
 
La alegría irrumpió súbitamente en los miles de seguidores que se habían concentrado en el aeropuerto cuando el avión que transportaba al equipo tocó el suelo, mientras que las bombas contra incendios lanzaban agua en arco sobre ellos como señal de comienzo de la celebración. El himno nacional griego sonó con el avión sobre la pista y los jugadores saliendo, liderados por el capitán Theodoros Zagorakis sujetando el trofeo y el seleccionador Otto Rehhagel, en un acontecimiento televisado en directo para todo el país.
 
La victoria provocó celebraciones durante toda la noche con improvisadas fiestas en la calle, con millones de griegos inundando calles y plazas de todo el país, envueltos en los colores nacionales, animando, lanzando fuegos artificiales y haciendo sonar las bocinas de los coches.
 

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