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INFORME: Las rectificaciones de Ibarra y el temor al caso Alberdi

La ex ministra socialista arrancó sus críticas tras el caso Simancas. Reprochó al PSOE la forma en la que había intentado tapar una crisis en la FSM culpando del plantón de Tamayo y Sáez a la famosa “trama inmobiliaria” del PP. Esa fue la excusa del expediente. Pero la disidencia de Alberdi no quedó ahí y llegó a lo más alto del partido denunciando la carencia de una idea de España y las “aventuras federalistas” de Pasqual Maragall. Alberdi sostuvo con firmeza su crítica, es más, profundizó en ella en cada una de sus declaraciones hasta llegar a defender que votar al PP sería la única forma de preservar la “estabilidad institucional”.

(Libertad Digital) El caso de Rodríguez Ibarra es muy diferente. Las hemerotecas arrojan infinidad de declaraciones suyas que tras una vigencia de horas, acaban en rectificación. En otras ocasiones, sencillamente dice lo contrario al cabo de unos meses. Pertenecen a esta última modalidad sus análisis sobre el País Vasco.
 
El 11 de diciembre de 2000 calificó al Pacto Antiterrorista como “éxito de la democracia” para, meses después, darlo por muerto al ser excluyente. Sobre Arzalluz ha oscilado entre alabar su política de negociar treguas con ETA y pedirle que se marche por ser incapaz de controlar el terrorismo (junio de 2000). Y sobre el independentismo, más de lo mismo: en 1996 pedía “cortar en seco cualquier tipo de avance en la autonomía vasca” hasta sus recientes declaraciones: “Me da igual que pidan o no la autodeterminación. Se puede pedir lo que se quiera, incluso cambiar la Constitución”.
 
También fue capaz de pedir que el Pacto Antiterrorista se abriera a los nacionalistas y reclamar poco después que se minimice el peso de estas formaciones en el Congreso porque consiguen demasiados escaños dada su representación territorial. Lo anunció como una enmienda a debatir en el programa electoral del PSOE. Días después la retiró.
 
Otra táctica de Ibarra es confesar su hartazgo. Lo hizo también en la SER poco después de criticar la formación del Gobierno catalán con ERC como aliado: el 19 de noviembre de 2003 dijo importarle “un pepino" y "tres leches" lo que pacten Maragall, Mas o Carod-Rovira, porque estaba "hasta el gorro". Amenazó con no acudir a la reunión del Comité Federal del PSOE, por estar "aburrido de la política madrileña y de la política catalana". Horas después matizó que de lo que estaba harto era “de los políticos, no de la política” y, por supuesto, acudió al Comité.
 
Lo que está claro es que un resumen de las intervenciones de Ibarra contra Maragall y contra la política de pactos de Zapatero sería tan demoledora –si las mantuviera sin matizaciones y rectificaciones– como la que lanzó Cristina Alberdi. A ésta le costó una cacería que sólo tiene como precedente la que sufrió Nicolás Redondo Terreros y que acabó en un expediente disciplinario. A Ibarra, de momento, sólo le supone “tirones de orejas”, como ha dicho Jaume Matas, y reproches de José Montilla. No en vano, se sumó a la campaña contra Alberdi a la fingió no conocer sino por haber buscado acomodo en el PSOE.

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