El ministro de Exteriores británico compareció ante la prensa poco después de transmitir el pésame a los familiares del difunto. Straw dijo que se había producido un intercambio de mensajes entre su Gobierno y los terroristas, y que tanto la familia de Bigley como la esposa de éste fueron informados de ello. "Esta misma tarde, como sabemos todos, (el) intermediario nos dio pruebas fehacientes de que los secuestradores llevaron a cabo su amenaza", añadió.
Los criminales habían exigido, como condición para poner en libertad a Bigley, la excarcelación de todas las mujeres presas en las penitenciarías de Abú Ghraib y Um Qasar. El Reino Unido dijo en numerosas ocasiones que no había ninguna reclusa bajo su custodia; EEUU y el Gobierno provisional iraquí, por su parte, informaron de que las únicas mujeres encarceladas en los mencionados centros son la Doctora Germen y la Doctora Ántrax, así motejadas porque tuvieron una participación relevante en los programas de armas químicas y biológicas desarrollados por el dictador iraquí Sadam Husein. Tanto Londres como Washington y Bagdad aseguraron una y otra vez que no iban a ceder al chantaje terrorista.
Straw dijo que Bigley era "un hombre decente" que estaba en Irak para trabajar en favor del pueblo iraquí.
Michael Howard, líder del Partido Conservador británico, denunció la "grotesca barbarie" de quienes secuestraron y asesinaron a Bigley. "Nunca deberíamos ceder al chantaje de los terroristas", añadió.