L D (EFE) La victoria del español fue agónica y trabajada. Circunstancias que lustran el triunfo del zurdo, un 'rara avis' dentro del panorama tenístico español, acomodado sobre la arcilla, el aire libre y el nivel del mar. López ha preferido quedar marginado de los principios que acompañan a las raquetas hispanas. Instaladas en el fondo de la pista y amantes del intercambio de golpes. No es el caso del español, sostenido por su fortaleza física para apoyarse en un poderoso servicio. El más potente de todos los nacionales y uno de los más solventes del circuito.
A partir de ahí, Feliciano, apartado del gusto por los puntos demasiado largos, cimenta sus esfuerzos. También lo hizo ante el argentino, más habituado a largos raquetazos y un juego sin prisas. Más acostumbrado al resto y a las devoluciones. Esto le mantuvo en el choque ante el español, que tuvo que esforzarse por no perder la concentración. Fue el servicio lo que disparó el comienzo de López, ansioso por amarrar su primer éxito como profesional. El saque, sin embargo, no es lo fuerte de Cañas. Lo perdió en una ocasión en el set y cedió la manga (6-4).
El panorama cambió de raíz en el segundo. El sudamericano, que había perdido en el único enfrentamiento particular que dirimió contra el toledano (en el 2002, en Wimbledon, el torneo favorito de López, que venció a Cañas en cinco sets) rompió por primera vez el servicio del español, totalmente desorientado (6-1). Feliciano López recuperó el aire y, sobre todo, la solvencia de su principal arma y retomó la iniciativa en el choque (7-5) que se equilibró de nuevo con la mejoría del argentino en el cuarto (6-3). El partido quedó abocado al parcial definitivo. El quinto set demostró que el español ha alcanzado la madurez. Se sobrepuso a la pérdida de concentración que le condenó en la manga anterior y que prosiguió en la apertura del quinto.
No estaba dispuesto el tenista a perder una nueva oportunidad. Su solidez física le devolvió al partido, equilibró el dominio de su adversario y terminó por apuntarse el partido y el torneo (7-5). Feliciano López ya tiene su primer título y con él en el último Masters Series del año, el de Madrid, donde suele motivarse extraordinariamente e irrumpe como un reclamo, y donde tiene fijada su residencia.
A partir de ahí, Feliciano, apartado del gusto por los puntos demasiado largos, cimenta sus esfuerzos. También lo hizo ante el argentino, más habituado a largos raquetazos y un juego sin prisas. Más acostumbrado al resto y a las devoluciones. Esto le mantuvo en el choque ante el español, que tuvo que esforzarse por no perder la concentración. Fue el servicio lo que disparó el comienzo de López, ansioso por amarrar su primer éxito como profesional. El saque, sin embargo, no es lo fuerte de Cañas. Lo perdió en una ocasión en el set y cedió la manga (6-4).
El panorama cambió de raíz en el segundo. El sudamericano, que había perdido en el único enfrentamiento particular que dirimió contra el toledano (en el 2002, en Wimbledon, el torneo favorito de López, que venció a Cañas en cinco sets) rompió por primera vez el servicio del español, totalmente desorientado (6-1). Feliciano López recuperó el aire y, sobre todo, la solvencia de su principal arma y retomó la iniciativa en el choque (7-5) que se equilibró de nuevo con la mejoría del argentino en el cuarto (6-3). El partido quedó abocado al parcial definitivo. El quinto set demostró que el español ha alcanzado la madurez. Se sobrepuso a la pérdida de concentración que le condenó en la manga anterior y que prosiguió en la apertura del quinto.
No estaba dispuesto el tenista a perder una nueva oportunidad. Su solidez física le devolvió al partido, equilibró el dominio de su adversario y terminó por apuntarse el partido y el torneo (7-5). Feliciano López ya tiene su primer título y con él en el último Masters Series del año, el de Madrid, donde suele motivarse extraordinariamente e irrumpe como un reclamo, y donde tiene fijada su residencia.