L D (Europa Press) El proceso de nombramiento de embajadores en Estados Unidos dura al menos dos meses, de modo que es probable que el próximo representante no sea designado hasta después de que la nueva Administración Bush tome posesión el 20 de enero. El Gobierno estadounidense debe renovar ahora alrededor de un tercio de sus embajadores en el mundo, es decir, unos 60, dado que los mandatos de los diplomáticos son de tres años. Todos los embajadores deben ser ratificados por el Senado y, además, en este caso se añade la complicación de que el presidente Bush tiene como tarea prioritaria la formación de su nuevo gabinete tras su reelección el 2 de noviembre. Los embajadores dependerán ahora de la nueva secretaria de Estado, Condoleezza Rice.
Argyros, de formación y experiencia empresarial, llegó como embajador a España el 21 de noviembre de 2001 y a principios de este mes mantuvo entrevistas de despedida con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Miguel Angel Moratinos, y fue recibido en audiencia por el Rey Juan Carlos. Aunque en sus últimas entrevistas Argyros ha asegurado que su momento más difícil en España es el de marcharse, lo cierto es que su nombre y sus actividades han merecido la atención pública a raíz de las difíciles relaciones del Ejecutivo socialista con la Administración Bush por el antiamericanismo de Rodríguez Zapatero.
Esperando la llamada de Bush
El Gobierno dio los problemas por zanjados después de que Argyros calificara de "excelente" su encuentro con Zapatero, pero lo cierto es que el presidente aún está esperando la llamada telefónica de Bush tras felicitarle por su triunfo en las elecciones. El punto culminante de los desencuentros fue el pasado Día de la Hispanidad, cuando Argyros decidió no acudir al Desfile militar en protesta porque un año antes Zapatero, entonces jefe de la oposición, no se levantó al paso de la bandera estadounidense. Este año, tras no asistir al desfile, Argyros no llegó tampoco a tiempo para asistir a la recepción ofrecida por el Rey y le llamó para disculparse personalmente, además de encontrarse con él un día después.