(Libertad Digital) Los inicios nunca son fáciles, y buena prueba de ello ha sido el duro escollo que ha tenido España ante Hungría, que no dejó respirar tranquilos a los actuales campeones del mundo hasta los dos últimos minutos, cuando Daniel, recuperado para la causa después de su ausencia por lesión en el Mundial de Taiwán, ponía el definitivo 4-2 en el marcador.
Hasta ese momento los españoles vivieron de todo en el partido, en una clara muestra de que el camino hacia el doblete conseguido en 2001 no será nada fácil. Primero tuvieron que armarse de paciencia para lograr un gol, luego sufrieron el doble mazazo del empate y verse abajo en el marcador, y finalmente supieron apretar para encontrar el acierto de cara a puerta que se les había negado durante muchos minutos.
Hasta ese momento los españoles vivieron de todo en el partido, en una clara muestra de que el camino hacia el doblete conseguido en 2001 no será nada fácil. Primero tuvieron que armarse de paciencia para lograr un gol, luego sufrieron el doble mazazo del empate y verse abajo en el marcador, y finalmente supieron apretar para encontrar el acierto de cara a puerta que se les había negado durante muchos minutos.
En la primera parte, los hombres de Javier Lozano se estrellaron una y otra vez ante el ordenado cerrojo húngaro y la mala suerte. Cuando no era el palo, en ocasiones de Dani y Kike, era el acierto del guardameta Balazs el que se cruzaba en el camino del balón hacia el fondo de la red, en lo que era un monólogo de los españoles.
Tras la reanudación no cambió mucho el panorama en los primeros minutos, con unos españoles que seguían tocando y tocando en busca de hacer saltar la resistencia de su rival. Esta caía a los veintisiete minutos y tenía que ser en jugada ensayada. Orol engañaba en una falta y daba el balón a Torras, que acertaba a batir a Balazs. Pero poco le duro la alegría a los de Javier Lozano, que sufrían un mazazo apenas dos minutos después. En prácticamente su único acercamiento a los húngaros se les daba lo que se les había negado a los españoles. Simon enganchaba un fuerte disparo a un rechace y batía a Luis Amado poniendo el empate.
Las cosas se iban a poner un poco más cuesta arriba cuando, cuatro minutos más tarde, Frank sorprendía en una falta. Un tiempo muerto de Javier Lozano llamó a la calma y España sacó su casta de campeona del mundo. En apenas un minuto Javi Rodríguez devolvió la vida a la selección española con dos goles y Daniel ponía la tranquilidad con el 4-2 definitivo.
Tras la reanudación no cambió mucho el panorama en los primeros minutos, con unos españoles que seguían tocando y tocando en busca de hacer saltar la resistencia de su rival. Esta caía a los veintisiete minutos y tenía que ser en jugada ensayada. Orol engañaba en una falta y daba el balón a Torras, que acertaba a batir a Balazs. Pero poco le duro la alegría a los de Javier Lozano, que sufrían un mazazo apenas dos minutos después. En prácticamente su único acercamiento a los húngaros se les daba lo que se les había negado a los españoles. Simon enganchaba un fuerte disparo a un rechace y batía a Luis Amado poniendo el empate.
Las cosas se iban a poner un poco más cuesta arriba cuando, cuatro minutos más tarde, Frank sorprendía en una falta. Un tiempo muerto de Javier Lozano llamó a la calma y España sacó su casta de campeona del mundo. En apenas un minuto Javi Rodríguez devolvió la vida a la selección española con dos goles y Daniel ponía la tranquilidad con el 4-2 definitivo.