L D (EFE) Como ejemplo, Santander, BBVA y La Caixa –las tres mayores entidades españolas– gastaron 1.000 millones de euros para jubilar de forma anticipada a más de 4.000 trabajadores.
Al final, los bancos y las cajas lograron incrementar sus beneficios atribuidos casi un 20 por ciento, es decir, 2.151 millones de euros más, que elevaron la cifra definitiva a 12.947 millones. Los bancos siguieron de largo en la primera posición por beneficios, pues ganaron 7.766 millones de euros –un 23,4 por ciento más–, frente a los 5.181 millones de las cajas, un 15,1 por ciento más.
Claro que dentro de los bancos, los dos gigantes, Santander y BBVA, se apuntaron tres cuartas partes de las ganancias del sector, con lo que en manos de los otros 31 grupos bancarios quedaron sólo 1.828 millones. En el caso de las cajas, los resultados están mucho más repartidos, pues las dos mayores, La Caixa y Caja Madrid, aportaron el 30 por ciento de los beneficios, lo que supone que el otro 70 por ciento –3.525 millones– lo ganaron entre las 45 entidades restantes.
Tanto en los bancos como en las cajas, la aportación de las cartera de participaciones fue decisiva, pues sólo por dividendos ingresaron 2.903 millones de euros y por la parte proporcional de los beneficios recibieron otros 2.299 millones. En total, más de 5.200 millones de euros que arreglaron en buena manera unos resultados que cada vez cuestan más a las entidades financieras, debido a que la fuerte competencia que existe en el mercado financiero español les hace trabajar cada vez con menores márgenes.
Los responsables de las entidades, reconocen la aportación de sus participadas, sobre todo los ejecutivos de las cajas, que admiten que actualmente se las verían muy mal para aumentar anualmente sus beneficios si no hubieran girado hace años su estrategia y hubieran, entre otras cosas, incrementado su presencia en empresas.
Algunos de sus principales competidores, los bancos, les acusan de depender demasiado de sus participadas, sobre todo, teniendo en cuenta su marcado carácter fundacional, a lo que las cajas responden que sólo suponen el 1,2 por ciento de su balance, lo que no pone en absoluto en riesgo los recursos de sus clientes. Lo que está claro es que las participaciones, que en años anteriores lastraron, y mucho, las cuentas de algunos grandes, dieron en 2004 mucha vida a unos resultados que no reflejaban en su justa medida el fuerte incremento del negocio.
Y es que las cajas incrementaron los créditos concedidos a clientes un 20,67 por ciento, y los bancos -de manera individual, es decir, sólo en España-, un 14 por ciento. Los préstamos hipotecarios fueron, de nuevo, el producto financiero por excelencia, aunque también se mostraron muy satisfechas las entidades con la evolución de los fondos de inversión, los planes de pensiones, los seguros y el negocio de las tarjetas.
Los responsables de las entidades, tanto de bancos como de cajas, ofrecen en este caso una postura común. Ahora tienen que cobrar en forma de comisiones unos ingresos que antes repercutían al cliente en forma de tipo de interés en los créditos. No se cansan de recordar que hace no demasiados años, los ciudadanos pagaban tasas superiores al 15 por ciento en sus hipotecas y ahora, en muchos casos, no pagan ni el 3 por ciento. El reparto es ahora mucho más justo, porque sólo pagan los que utilizan los servicios bancarios, concluyen.