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EL DOMINGO DIO LA BENDICIÓN SIN HABLAR

El Papa no se asomó a la Plaza de San Pedro para el rezo del Regina Coeli del Lunes de Resurrección

Juan Pablo II afronta ahora la dura prueba de superar, no sólo sus problemas de salud, sino también la inquietud que se ha instalado entre los católicos del mundo tras verle el domingo incapaz de dar la bendición a los fieles. A diferencia de los Lunes de Resurrección de años anteriores, no se ha asomado a la Plaza de San Pedro para el rezo del Regina Coeli, que en este período sustituye al ángelus.

Juan Pablo II afronta ahora la dura prueba de superar, no sólo sus problemas de salud, sino también la inquietud que se ha instalado entre los católicos del mundo tras verle el domingo incapaz de dar la bendición a los fieles. A diferencia de los Lunes de Resurrección de años anteriores, no se ha asomado a la Plaza de San Pedro para el rezo del Regina Coeli, que en este período sustituye al ángelus.
L D (EFE) Este rezo del lunes es el cierre tradicional de todas los actos de la Semana Santa, que ha estado en esta ocasión dominada por la figura a distancia del Papa, presente desde un punto de vista espiritual, pero ausente desde el físico por consejo de los médicos. La importancia de una recuperación satisfactoria tras la traqueotomía a la que fue sometido el 24 de febrero llevó a los médicos a recomendar que el Papa no oficiara este año los ritos de la Semana Santa y, así sus colaboradores se han ocupado de todas las ceremonias.

En algunas de ellos, como el Vía Crucis del viernes, se vio a Karol Wojtyla a través de vídeo-conferencia y se apreció que seguía el acto, aunque las cámaras no le mostraron de frente, para no hacer ver su rostro, sino siempre con planos posteriores. El único acontecimiento que debía contar con su participación activa era la bendición "urbi et orbi" de ayer, domingo, pero la decepción y, aún más, la preocupación, fue el resultado final.

Todo estaba preparado para que Juan Pablo II volviera a dirigirse a los fieles (su última intervención hablada había sido el 13 de marzo), pero cuando el cardenal Angelo Sodano terminó el discurso previo, el Papa no pudo articular palabra. Todos sus esfuerzos quedaron en un leve murmullo ininteligible y en su rostro se leía el sufrimiento por la incapacidad de hablar en un momento tan esperado, mientras en la Plaza de San Pedro los fieles asistían a la escena con tristeza e incluso con lágrimas, en un colofón amargo a una jornada que se preveía festiva.
 
El estrés de hablar

Los médicos apuntan que la causa de que el Pontífice no pudiera hablar fue el estrés causado por el hecho mismo de tener que hacerlo, después de días de ansia, porque las jornadas de Semana Santa ha sido siempre especialmente relevantes para Karol Wojtyla. En apoyo de esta teoría y de que el anciano Papa puede realmente hablar está el hecho de que se le acercara el micrófono, señal de que, en verdad, pretendía dirigirse a los fieles.

No obstante, resta la alarma por la posibilidad del avance del mal de Parkinson que padece desde hace años. Las contracciones de los músculos de la cara, que contribuyeron a incrementar el dramatismo de la escena, son el efecto indeseado de los fármacos contra esa enfermedad, a base de levodopa, según los neurólogos.

Ahora la incertidumbre rodea la figura de Juan Pablo II, para saber si esa dificultad en el uso del lenguaje se relaciona con el nerviosismo, acrecentado en su situación de debilidad, o tiene una causa patológica profunda. De momento, el Vaticano no ha anunciado que el miércoles próxima vaya a tener lugar la audiencia pública general, suspendida ya en semanas anteriores y queda la incógnita del rezo del Regina Coeli el domingo que viene.

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