(Libertad Digital) Para ellos fueron sus últimas palabras: “Os he buscado, ahora vosotros habéis venido a verme. Y os doy las gracias”. Los jóvenes llegados desde todo el mundo han abarrotado la plaza de San Pedro desde que el pasado jueves por la noche se conociera la noticia del agravamiento de la enfermedad de Juan Pablo II. La dedicación a los jóvenes ha sido uno de los puntos fuertes del pontificado del Papa Wojtyla.
El grupo de una parroquia de Puglia, al Sur de Italia, comentó en San Pedo que habían llegado el sábado por la mañana “para pasar las últimas horas con el Papa de los jóvenes”. Ellos eran sólo uno más de los que se habían reunido a rezar el rosario, la oración favorita del Pontífice.
Un poco más allá, otro grupo de jóvenes que habían llegado a Roma en compañía de un grupo de monjes dominicos, relataban cómo habían vivido las últimas horas del Papa entre cantos, recordando las Jornadas Mundiales de la Juventud que habían vivido juntos, en Roma, en Toronto, y en otros encuentros periódicos que a Juan Pablo II le gustaba mantener con los universitarios en el Aula Pablo VI del Vaticano. Uno de ellos, con lágrimas en los ojos, recordaba que en los últimos tiempos se le veía tembloroso, pero que ello no impedía que se permitiera bromear con los jóvenes, que le veían en persona, pero también por videoconferencia desde todo el mundo.
Caterina, una joven estudiante de medicina de Siena, en la Toscana, describía cómo habían vivido la tarde del sábado, y le llamaban la atención los grupos de curiosos que se mezclaban con los fieles que rezaban, que cantaban, que aplaudían, que coreaban el nombre del Papa con la esperanza de recibir buenas noticias. La joven comentaba cómo en la plaza de San Pedro se vivió a lo largo de la tarde una total desinformación, que intentaban suplir con radios, con las ediciones especiales de los periódicos que de vez en cuando o llamando a casa para ver si en la televisión daban alguna novedad sobre el estado de salud del Papa.