L D (EFE) El soberano monegasco se encuentra "estable" y no ha sufrido "ninguna evolución en un sentido o en otro" en las últimas horas, según fuentes próximas al soberano, citadas por medios franceses.
En espera de un nuevo parte médico, que el Palacio no prevé emitir por lo menos hasta este lunes el último informe oficial, cargado de pesimismo, daba muy pocas posibilidades de recuperación a Rainiero el pasado viernes. Los doctores que le atienden indicaron entonces que la esperanza de recuperación era "extremadamente débil" debido a su "precario estado", antes de "justificar, por el momento, que se continúe con una terapia activa".
"La lenta agonía de Rainiero" o "Rainiero, entre la vida y la muerte" son algunos de los titulares publicados hoy por la prensa gala, que sugiere que el final del príncipe es inevitable. A la tristeza por la salud del soberano, con respiración asistida en el servicio de reanimación del Centro Cardio-Torácico de Mónaco tras agravarse la infección pulmonar que obligó a su hospitalización el pasado día 22, se sumó hoy en Mónaco la de la muerte del Papa.
Una jornada de luto ha sido decretada este domingo en el Principado por Juan Pablo II, que falleció ayer en el Vaticano tras una agonía que los monegascos comparan inevitablemente con la de su príncipe. "En estas tristes circunstancias y conforme a las relaciones concordatarias entre el Vaticano y el Principado, así como con la tradición, las iglesias de Mónaco han tañido sus campanas y las banderas ondean a media asta", indicó hoy el Gobierno monegasco.
En un escueto comunicado, que no hace alusión a Rainiero, se acoge con tristeza "la muerte de Su Santidad el Papa Juan Pablo II". Poco después, el príncipe heredero, Alberto, saludaba "el valor" del Pontífice en su primer gesto como máximo responsable del país desde que asumió la regencia, el pasado jueves, debido a la incapacidad de su padre de ejercer sus funciones.
"La muerte del Pontífice mortifica nuestras almas, a mis hermanas y a mí, cuando nuestro padre bien amado lucha contra los golpes del mal", indica el mensaje enviado por Alberto al Vaticano. Dada la crítica situación por la que atraviesa Rainiero, los responsables del Principado decidieron explicar con anterioridad a los 32.000 monegascos las medidas adoptadas, con el fin de evitar que confundieran las señales del duelo papal con un eventual luto por su soberano.
Los habitantes de este micro Estado mediterráneo, el segundo más pequeño tras el Vaticano y donde el Catolicismo es la religión del Estado, recibieron con enorme pesar la muerte del Papa. Varios centenares de personas se reunieron espontáneamente en la catedral tras conocer la noticia y pasaron una noche de vigilia para rezar por el difunto Pontífice y colocar velas junto a su retrato.
Después de la Semana Santa, las plegarias han estado dedicadas a Juan Pablo II y Rainiero en todas las misas y oficios celebrados en la decena de iglesias y capillas del Principado, cuyo jefe de Estado es un ferviente creyente. Rainiero no ha ocultado nunca su admiración por Pio XII, que lo invitó al Vaticano en 1950, y también por Juan Pablo II, del que recibió la bendición apostólica en 1997, con ocasión de la celebración del 700 aniversario del reinado de los Grimaldi.
El fallecido Pontífice fue también importante para la anulación del matrimonio de la princesa Carolina con el francés Philippe Junot, celebrado en 1978 y del que se divorció dos años más tarde. Rainiero solicitó en 1981 la invalidación de esa unión, que el Vaticano pronunció al cabo de once años y que permitirá aspirar al trono al hijo mayor de la princesa, Andrea, nacido de su posterior matrimonio con el italiano Andrea Casiraghi, en caso de que Alberto, de 47 años y soltero, no tenga descendencia.
En espera de un nuevo parte médico, que el Palacio no prevé emitir por lo menos hasta este lunes el último informe oficial, cargado de pesimismo, daba muy pocas posibilidades de recuperación a Rainiero el pasado viernes. Los doctores que le atienden indicaron entonces que la esperanza de recuperación era "extremadamente débil" debido a su "precario estado", antes de "justificar, por el momento, que se continúe con una terapia activa".
"La lenta agonía de Rainiero" o "Rainiero, entre la vida y la muerte" son algunos de los titulares publicados hoy por la prensa gala, que sugiere que el final del príncipe es inevitable. A la tristeza por la salud del soberano, con respiración asistida en el servicio de reanimación del Centro Cardio-Torácico de Mónaco tras agravarse la infección pulmonar que obligó a su hospitalización el pasado día 22, se sumó hoy en Mónaco la de la muerte del Papa.
Una jornada de luto ha sido decretada este domingo en el Principado por Juan Pablo II, que falleció ayer en el Vaticano tras una agonía que los monegascos comparan inevitablemente con la de su príncipe. "En estas tristes circunstancias y conforme a las relaciones concordatarias entre el Vaticano y el Principado, así como con la tradición, las iglesias de Mónaco han tañido sus campanas y las banderas ondean a media asta", indicó hoy el Gobierno monegasco.
En un escueto comunicado, que no hace alusión a Rainiero, se acoge con tristeza "la muerte de Su Santidad el Papa Juan Pablo II". Poco después, el príncipe heredero, Alberto, saludaba "el valor" del Pontífice en su primer gesto como máximo responsable del país desde que asumió la regencia, el pasado jueves, debido a la incapacidad de su padre de ejercer sus funciones.
"La muerte del Pontífice mortifica nuestras almas, a mis hermanas y a mí, cuando nuestro padre bien amado lucha contra los golpes del mal", indica el mensaje enviado por Alberto al Vaticano. Dada la crítica situación por la que atraviesa Rainiero, los responsables del Principado decidieron explicar con anterioridad a los 32.000 monegascos las medidas adoptadas, con el fin de evitar que confundieran las señales del duelo papal con un eventual luto por su soberano.
Los habitantes de este micro Estado mediterráneo, el segundo más pequeño tras el Vaticano y donde el Catolicismo es la religión del Estado, recibieron con enorme pesar la muerte del Papa. Varios centenares de personas se reunieron espontáneamente en la catedral tras conocer la noticia y pasaron una noche de vigilia para rezar por el difunto Pontífice y colocar velas junto a su retrato.
Después de la Semana Santa, las plegarias han estado dedicadas a Juan Pablo II y Rainiero en todas las misas y oficios celebrados en la decena de iglesias y capillas del Principado, cuyo jefe de Estado es un ferviente creyente. Rainiero no ha ocultado nunca su admiración por Pio XII, que lo invitó al Vaticano en 1950, y también por Juan Pablo II, del que recibió la bendición apostólica en 1997, con ocasión de la celebración del 700 aniversario del reinado de los Grimaldi.
El fallecido Pontífice fue también importante para la anulación del matrimonio de la princesa Carolina con el francés Philippe Junot, celebrado en 1978 y del que se divorció dos años más tarde. Rainiero solicitó en 1981 la invalidación de esa unión, que el Vaticano pronunció al cabo de once años y que permitirá aspirar al trono al hijo mayor de la princesa, Andrea, nacido de su posterior matrimonio con el italiano Andrea Casiraghi, en caso de que Alberto, de 47 años y soltero, no tenga descendencia.