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FUNERAL EN LA ALMUDENA

Rouco Varela destaca que España ha sido testigo especial del amor del Papa

El cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, dijo este lunes que España, de modo especial, ha sido testigo "de este amor del Buen Pastor" que ha representado Juan Pablo II, y agregó que "nos ha enseñado a confesar con gozo nuestra fe". Rouco pronunció la homilía durante el funeral celebrado en la catedral de La Almudena por el Papa.

El cardenal y arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, dijo este lunes que España, de modo especial, ha sido testigo "de este amor del Buen Pastor" que ha representado Juan Pablo II, y agregó que "nos ha enseñado a confesar con gozo nuestra fe". Rouco pronunció la homilía durante el funeral celebrado en la catedral de La Almudena por el Papa.
L D (EFE) Antonio María Rouco afirmó que "la biografía espiritual de Juan Pablo II se ha escrito sobre la pauta de la vocación de Pedro a orillas del mar de Galilea, símbolo de ese otro mar inmenso, que es el mundo, donde el Papa ha introducido la barca de la Iglesia en el tercer milenio con toda la confianza puesta en el Señor de la Historia". Este lunes, nuestra Iglesia de Madrid, en este funeral en el que participan los Reyes de España, el presidente de Gobierno y los representantes de la vida política, "ofrece el sacrificio de Cristo por el Santo Padre para que participe ya eternamente de la gloria del Resucitado, y expresa el más profundo agradecimiento por su ministerio de Pastor universal y por el afecto paternal que mostró siempre al pueblo de España", dijo el cardenal.

Al término de su Pontificado, agregó, "toda la Iglesia, y los hombres de buena voluntad, hemos sido testigos de que el Papa ha amado a Cristo sin reservas hasta identificarse totalmente con El". Para Rouco "ése, y no otro, ha sido el secreto de su fecundo pontificado. Su historia ha sido la de 'un amor' apasionado a Cristo, a quien ha seguido sin reservas, con una disponibilidad y obediencia heroicas en la entrega diaria y crucificada de su vida hasta los últimos momentos de su crudelísima enfermedad".

Rouco agregó que "el Papa nos ha enseñado a confesar con gozo nuestra fe" y a no sentir miedo, y "ha recuperado para la Iglesia entera la convicción de que la fe es nuestra victoria". Juan Pablo II "no se ha predicado a sí mismo, sino a Cristo, y a Este crucificado", señaló el cardenal, "y lo ha hecho con la palabra de la verdad y con el testimonio de su propia vida, conformada según la imagen del Buen Pastor". "España, de modo especial, ha sido testigo de este amor del Buen Pastor. No nos ha faltado su cuidado. Con toda verdad hemos podido decir en los años de Juan Pablo II: "El Señor es mi pastor, nada me falta; aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo", dijo Antonio María Rouco.
 
Cinco viajes a España

Y añadió que en los cinco viajes pastorales a España "siempre luminosos, ha encendido, reavivado y fortalecido nuestra esperanza, ayudándonos, con su magisterio y el testimonio de su vida, a vivir nuestra fe sin miedos ni complejos como respuesta a los problemas de la sociedad". "En su última visita, en Mayo de 2003, de imborrable recuerdo por el esfuerzo personal que hubo de hacer dadas sus condiciones de salud, en una despedida con sabor de último testamento, nos urgía a vivir nuestra identidad: 'La fe cristiana y católica'", recordó Rouco. Y agregó que "el Papa nos ha invitado a ser testigos de Jesucristo, luchando contra la fascinación de las ideologías materialistas que atacan directamente a la dignidad de la persona", y "ha sido entre nosotros un testigo veraz de Dios, un defensor del hombre y de sus derechos nacidos de su condición de hijo de Dios".

"Por eso, explicó, hoy le lloran los hombres agradecidos que han encontrado en él una voz de indiscutible autoridad moral, siempre valiente, que ha sabido fundamentar los derechos inalienables de la persona en su nivel más radical: el de la trascendencia de Dios". "Y que ha propagado sin desfallecer la cultura de la vida, basada en el respeto incondicional al plan de Dios sobre el matrimonio y la familia y en el amor solidario a los más débiles y pobres de nuestra sociedad".

Por eso, señaló el cardenal de Madrid, "le lloran y le aclaman los jóvenes, a quienes ha invitado siempre a la santidad y a una vida de virtudes, en la escuela de María, para ser los constructores de una nueva civilización del amor, la única que puede seducir y comprometer a las nuevas generaciones".

El cardenal de Madrid concluyó su homilía, al igual que lo había hecho el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, encomendando a María, "Madre de Cristo y de la Iglesia", el alma de Juan Pablo II, y pidiéndole para todos "la alegría de vivir siempre en la fe que él conservó, trasmitió y vivió como el Pastor bueno que tu Hijo quiso concedernos en esta hora magnífica de la Iglesia".

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