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Homilía de Benedicto XVI

Una vez fue revestido con el Palio y el Anillo del Pescador, Benedicto XVI tuvo un recuerdo en la homilía para Juan Pablo II, su antecesor y volvió a hacer un vehemente llamamiento a la unidad de los cristianos, pidiendo "que hagamos todo lo posible para recorrer el camino de la unidad" e implorando a Dios "que seamos un sólo pastor y una sola grey" y "no permitas que se rompa tu red". Fue interrumpido en 35 ocasiones por los aplausos de las 400.000 personas que llenaban la plaza de San Pedro y las calles adyacentes.

Una vez fue revestido con el Palio y el Anillo del Pescador, Benedicto XVI tuvo un recuerdo en la homilía para Juan Pablo II, su antecesor y volvió a hacer un vehemente llamamiento a la unidad de los cristianos, pidiendo "que hagamos todo lo posible para recorrer el camino de la unidad" e implorando a Dios "que seamos un sólo pastor y una sola grey" y "no permitas que se rompa tu red". Fue interrumpido en 35 ocasiones por los aplausos de las 400.000 personas que llenaban la plaza de San Pedro y las calles adyacentes.

(Libertad Digital) "Quien cree no está jamás solo", estas fueron las primeras palabras del nuevo Papa en su homilía. Benedicto XVI quiso recordar a la multitud reunida en San Pedro que no están solos, que Dios siempre les tiene como amigos. El nuevo Papa dijo que él tampoco se siente solo, "no debo llevar solo lo que en realidad no podré jamás portar solo", "vuestras oraciones me mantienen, vuestra indulgencia, vuestro amor y vuestra fe me mantiene".

El nuevo Papa saludó a "los laicos empeñados en la construcción del Reino de Dios", y dedicó palabras afectuosas a todos los bautizados que "no están aún en plena comunión con nosotros" y a los queridísimos hermanos "del pueblo judío, a los que estamos unidos por un gran patrimonio espiritual. También saludó a "todos los hombres de nuestro tiempo, creyentes y no creyentes".

Ratzinger quiso recordar a todos los santos, y manifestó que "la Iglesia está viva, esta es la experiencia de estos días, durante la enfermedad y la muerte del Papa". De nuevo la multitud arrancó en aplausos. "La Iglesia es joven, la Iglesia está viva porque Cristo está también vivo".

Benedicto XVI recordó que el sufrimiento de Juan Pablo II ha mostrado el sufirimiento de Cristo durante los días de Pascua. El Papa habló de una fe que se extiende por todo el mundo y dijo que no tenía intención de presentar un programa de Gobierno. "Algún rasgo de lo que considero mi tarea, la he podido exponer ya en mi mensaje del miércoles, 20 de abril; no faltarán otras ocasiones para hacerlo. Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino de ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él", indicó.

El nuevo Papa explicó los símbolos que le fueron impuestos; el Palio, que muestra a la espalda un símbolo que llevan los obispos de Roma desde el siglo XIV y que "simboliza la voluntad de Dios". "El Palio simboliza que todos nosotros tenemos que ser llevados por Cristo", simboliza la misión del pastor mencionado en la segunda lectura.

El anillo como muestra también de la misión pastoral del Papa. Recordó que "el mundo se salva por la paciencia de Dios y se destruye con la impaciencia de los hombres".

"Queridos amigos, en este momento sólo puedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cada vez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a querer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Iglesia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comunitariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huya ante los lobos", dijo Joseph Ratzinger mientras pedía a los fieles que rezaran por él.

Un mensaje universal

El Papa subrayó que una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyo servicio está. "Amar quiere decir estar dispuestos a sufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, el alimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el alimento de su presencia, que él nos da en el Santísimo Sacramento", manifestó el Pontífice en su homilía de marcado carácter pastoral.

También quiso recordar que "no somos productos de una casualidad, cada uno de nosotros es deseado, amado, cada uno de nosotros es único". La misión del pescador de hombres puede ser cansado de vez en cuando, pero es un servicio a la alegría de Dios, que busca la alegría del hombre.

Benedicto XVI dijo que su misión era pastorear no síolo sus ovejas, sino que su misión es más universal, aunque reconoció que necesita la ayuda de Dios "para ser servidores de la unidad". "Haré todo lo posible por la unidad", han sido sus palabras, su verdadera apuesta por el ecumenismo.

Para finalizar su homilía, el Papa recordó el día que comenzó el ministerio de Juan Pablo II, y las palabras que su antecesor pronunció en la misma misa que él presidía este domingo: "no tengáis miedo: abrid las puertas a Cristo, abridlas de par en par". Recordó que Wojtyla hablaba para todos los hombres, pero sobre todo para los jóvenes, y pidió que éstos no tuvieran miedo de abrirse totalmente a Cristo, aunque Él se llevara algo de cada uno, porque "el que deja entrar a Cristo no pierde nada de lo que hace la vida libre, bonita y grande". "Quien se dona a él recibe el céntuplo: donáos a Él y encontraréis la verdadera vida", concluyó.

Lea aquí el texto íntegro de la homilía en castellano, inglés, francés, alemán e italiano. (En formato PDF)

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