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CRISIS EN UZBEKISTÁN

Las autoridades cifran en 169 los muertos en las revueltas y la oposición los eleva a más de 700

Las autoridades de Uzbekistán elevaron este martes a 169 los muertos en la revuelta y la posterior represión militar en Andizhán, saldo que es cuatro veces inferior al cálculo de opositores y activistas. "El número de muertos en los desórdenes violentos del 13 y 14 de mayo pasados en Andizhán, en total, es de 169 muertos", anunció Rashid Kadírov, Fiscal General, durante una conferencia de prensa multitudinaria en Tashkent, capital uzbeka.

Las autoridades de Uzbekistán elevaron este martes a 169 los muertos en la revuelta y la posterior represión militar en Andizhán, saldo que es cuatro veces inferior al cálculo de opositores y activistas. "El número de muertos en los desórdenes violentos del 13 y 14 de mayo pasados en Andizhán, en total, es de 169 muertos", anunció Rashid Kadírov, Fiscal General, durante una conferencia de prensa multitudinaria en Tashkent, capital uzbeka.

L D (EFE) Al acto asistió el presidente uzbeko, Islam Karímov, en el ojo del huracán tras ordenar la represión militar violenta tanto de los rebeldes como de los manifestantes, bajo el pretexto de que se trataba de una "insurrección islámica".

El presidente, en el poder desde 1989, insistió este martes en que entre los "sublevados" no había "manifestantes pacíficos", ya que se trataba de hombres armados que "mataron, tomaron rehenes y asaltaron edificios del Gobierno". Karímov insistió en la tesis de que la revuelta era, en realidad, una "operación terrorista" planeada por guerrilleros islámicos con experiencia en Afganistán, y desafió a la prensa a citar los nombres de los ancianos, mujeres y niños abatidos por las fuerzas del orden. "Las fuerzas del orden únicamente mataron terroristas, con armas en la mano", subrayó el fiscal, quien precisó que la cifra de muertos incluye a 32 soldados.

La fiscalía abrió este martes una investigación criminal contra los participantes en la revuelta armada por "organización y participación en desórdenes masivos, asesinato e intento de asesinato de funcionarios del orden público, y toma de rehenes". El líder uzbeko se manifestó contrario a una investigación internacional, ya que "Uzbekistán es un país soberano y estos sucesos son un asunto interno", aunque dejó la puerta abierta a la participación de expertos de la ONU y la OSCE. Karímov rechazó las críticas vertidas por el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, que tachó de "injustificado" el uso desproporcionado de la fuerza contra los manifestantes.

Por el momento, las autoridades uzbekas han detenido a 81 protagonistas de la revuelta en Andizhán, que se extendió el domingo y lunes a otras localidades del valle de Ferganá, la región más inestable, poblada y pobre de Asia Central. El fiscal no aludió en ningún momento a los enfrentamientos registrados en otras ciudades del este del país y en la frontera con Kirguizistán, donde, según testigos y activistas, decenas de personas murieron al intentar huir de la represión militar.

Mientras, la líder del partido opositor "Ozod Dejkonlar" (Campesinos Libres), Nigara Jidoyatola, cifró en al menos 745 personas el número de muertos en los enfrentamientos en el este de Uzbekistán. En una entrevista publicada este martes por el diario ruso Izvestia, la opositora precisa que en Andizhán se produjeron 542 muertos, mientras los restantes 203 se registraron en la vecina Pajtaabad, cifras corroboradas por otros activistas de derechos humanos. "Es imprescindible contar a los muertos, ya que Karímov insiste en hablar de ciento y algo", señaló Jidoyatola, que relata la historia de Hasan Sardar, un joven de 18 años que salió a buscar el pan y nunca regresó a casa.

Según sus familiares, "Hasan no participó en ningún mitin, sólo fue a por el pan. Su cuerpo, con un tiro en la nuca, fue devuelto a sus familiares con una etiqueta en el brazo con el número 240". En opinión de la opositora, la situación permanecerá tranquila mientras "la gente entierra a sus muertos", pero luego, "en el valle se sucederán las sublevaciones que será aplastadas, una vez más, con toda crueldad por las autoridades". Eso sí, "dentro de dos meses estallará la indignación popular. Andizhán es el principio del fin de Karímov", sentenció, en coincidencia con los expertos que predicen que, en caso de que estalle una revolución en Uzbekistán, no será de "terciopelo" como en la vecina Kirguizistán o en Ucrania.

En una tímida respuesta a la represión de los últimos días, una quincena de opositores y activistas humanitarios se congregaron este martes frente a la embajada de Estados Unidos en Tashkent, para pedir a Washington que les ayude a derrocar a Karímov. "La guerra está a punto de estallar. Queremos que EEUU vea Uzbekistán no sólo como un base militar contra el terrorismo, sino como un país donde la gente desea libertad y derechos humanos", señaló Ajtam Shaimardanov, miembro de la exigua oposición.






 

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