(Libertad Digital) Alfonso Guerra participó esta tarde en una mesa redonda sobre reformas constitucionales en la Fundación Universidad Rey Juan Carlos. Durante el debate, junto a al diputado del PP Gabriel Cisneros y el comunista Santiago Carrillo, este último cuestionó su papel como presidente de la Comisión Constitucional, por la que tienen que pasar las reformas estatutarias, argumentando que le veía un poco escorado hacia un lado.
El ex vicepresidente insistió, ante los asistentes, en que se le puede pedir objetividad cuando presida la Comisión Constitucional, por lo que mientras tanto puede opinar libremente al respecto y los nacionalista contraargumentarle.
Dentro de la mesa redonda, sobre la reforma constitucional, Guerra no sólo habló del Estatuto de Cataluña, sino que insistió en las ideas que viene reiterando desde hace meses y que compiló el pasado viernes en otro curso de verano, en El Escorial, que se resumen en que vulnera la Constitución en aspectos relacionados con la financiación, modificación de leyes orgánicas y atribución de competencias delegables por el Estado a través del 150.2 de la Carta Magna. También recalcó que no es partidario de que se denomine nación, entendiendo que a cierto plazo se reivindicaría un Estado propio.
Es más, incidió en sus tesis de que las asambleas parlamentarias autonómicas no son las soberanas para decidir sobre los Estatutos sino que el soberano de forma completa es el Congreso de los Diputados. "No puedo aceptar lo que dicen algunos nacionalistas de que el Parlamento nacional no tiene nada que decir sobre lo que decidan allí". Precisó que hay nacionalistas que quieren cambiar la Constitución de manera encubierta, mediante la modificación de los Estatutos, dado que la manera correcta sería planteando una reforma clara y precisa de la Carta Magna y no tienen votos para ello, ya que sigue siendo imprescindible numéricamente el respaldo de los escaños del PP.
En todo caso, indicó que no considera que el actual sea un problema grave como el del 36 con la Guerra Civil "ni parecido", explicando que lo que sí hay es una "encrucijada" sobre la representación territorial y que su temor es que se produzca una carrera que pueda acabar en una disgregación de facto. Como ejemplo, ante alguna reivindicación nacionalista, habló de posible "fragmentación en la soberanía fiscal" si se admiten peticiones nacionalistas. Sobre la reclamación de que Cataluña se denomine nación, indicó que uno de los argumentos es que significa lo mismo que nacionalidad, por lo que preguntó para qué hace falta entonces el cambio. "Verde y con asas", sentenció.
"Es decir –según el ministro– debe quedar garantizada la igualdad de todos los españoles ante la ley y debe quedar garantizado que pagar más impuestos no da más derechos ni a los ciudadanos ni a los territorios". Y en tercer lugar, añadió Bono, "debe quedar claro que mientras no se modifique la Constitución, desde el punto de vista jurídico y constitucional la única nación de la que la Constitución habla es la nación española".