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El científico Pérez-Mercader considera que las máquinas tendrán emociones en 50 años

El científico español Juan Pérez-Mercader, director del Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC, ha asegurado a la agencia Efe, al visitar la Exposición Universal de Aichi, que dentro de 50 años las máquinas tendrán emociones. "Las emociones son la consecuencia de una serie de interacciones que tienen que ver con recibir cosas del entorno, interpretarlas y responder", lo que equivale a "sensores, computadoras y fenómenos emergentes" (un fenómeno emergente se da cuando "el todo es más que la suma sencilla de todas las partes").

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El científico español Juan Pérez-Mercader, director del Centro de Astrobiología (CAB) del CSIC, ha asegurado a la agencia Efe, al visitar la Exposición Universal de Aichi, que dentro de 50 años las máquinas tendrán emociones. "Las emociones son la consecuencia de una serie de interacciones que tienen que ver con recibir cosas del entorno, interpretarlas y responder", lo que equivale a "sensores, computadoras y fenómenos emergentes" (un fenómeno emergente se da cuando "el todo es más que la suma sencilla de todas las partes").
L D (EFE) "Cuando te gusta una persona, o un cuadro, las emociones se ponen en marcha por lo que ves, por el entorno en el que estás: son muchos sensores en marcha, que generan algo completamente nuevo, excepcional, que no tenías previsto: el amor a primera vista", explicó Pérez-Mercader. "Con máquinas o robots puede ocurrir lo mismo: si tienes sensores lo suficientemente complejos, conectados entre sí, es posible que acaben generando sistemas con capacidades nuevas, diferentes de las que habíamos pensado", añadió.
 
Con el ritmo que está tomando la evolución tecnológica, se está empezando a pensar que "fenómenos tan característicos del ser humano como la consciencia, son fenómenos emergentes, consecuencia de que hay muchísimos agentes en interacción en el cerebro humano, que son capaces de generar fenómenos totalmente nuevos". Por eso, señaló, "si consideramos un robot con muchos componentes en interacción, es fácil pensar que en esa jerarquía de componentes se produzcan otros fenómenos emergentes, como podría ser la emergencia de consciencia sintética". Aún no podemos reproducir los instintos de manera artificial, "pero empezamos a hacerlo en algunos contextos".
 
El científico andaluz, director e impulsor del CAB, un centro pionero en el mundo en la investigación del origen de la vida, que trabaja en asociación con la Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA, visitó Aichi dentro de la Semana de Andalucía para dar una conferencia sobre la relación de la evolución de la vida con la evolución del universo. "Se han encontrado pautas comunes entre el origen y la evolución del universo y lo que sabemos del origen de la vida y su evolución en nuestro planeta", explicó Pérez-Mercader.
 
Dado que existen esas pautas comunes, la comunidad científica internacional se está preguntando por qué esto es así, y si la vida es una consecuencia necesaria de la evolución del universo. "De ahí la importancia de explorar Marte", proyecto en el que el CAB, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), está involucrado de lleno, para saber si hay o hubo vida allí, cómo es, y poderla comparar con la que conocemos en la Tierra.
 
"Si encontramos algún tipo de vida (extraterrestre), sea vida extinta o actual, que quizá exista en alguna cueva en el interior de Marte, sería el descubrimiento más importante de la historia de la humanidad, porque probaría que no habíamos estado solos", afirmó, y destacó que "indicaría que la vida es un fenómeno frecuente". "Muchos pensamos que debe serlo, porque toda vida está basada en la química, que es algo universal, de manera que los mismos procesos químicos que acabaron generando vida en la Tierra, cuyo conocimiento específico no lo tenemos todavía, podrían repetirse fuera de nuestro planeta", añadió.
 
"En los últimos diez años hemos descubierto una cantidad importantísima de pautas comunes entre la evolución del universo y la evolución de la vida en la Tierra, y eso significa que debería haber vida en muchos sitios". Encontrar vida en Marte permitiría también "entender cuál es el futuro de nuestra vida en la Tierra, porque al haber dos ejemplos, podríamos comparar y hacer predicciones", dijo. "Ese conocimiento nos permitiría predecir, en la salud, el comportamiento de ecologías completas, o por qué se transfieren genes entre especies diferentes. Y encontraríamos aplicaciones muy interesantes para el individuo", sugirió.
 
Pérez-Mercader sostuvo que la comparación de ecologías diferentes (terrestre y marciana, en un primer e hipotético caso) abriría una ventana hacia una "medicina especial para cada órgano de cada persona". "Estaríamos en una gran revolución científica en nuestro tiempo, parecida, pero en otro contexto, a la que hubo en astrofísica y astronomía entre Copérnico y Galileo y Newton". "Sería una repetición de aquello, pero para la biología", señaló.
 

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