L D (EFE) Mucho tardará España en verse en una situación similar. Con todo en su mano para alcanzar las semifinales de un Europeo. Impulsado por el ánimo de un grupo de jugadores implicados en la causa y con los marcadores de cara. España dejó su peor versión para el arranque del partido frente al grupo checo, inicialmente languidecido por la baja de su central Martin Lebl, alma del cuadro centroeuropeo. Sin embargo, la aparente presión española, su falta de concentración y sus errores propiciaron el despegue rival. Óscar Novillo tuvo que sentar a Rafa Pascual, primero, y a Miguel Ángel Falasca, después. Pero el 11-18 con que la manga llegó al tramo final condicionó el resultado y la ventaja checa (17-25).
No tardó la selección española en darse cuenta de la gravedad de la situación. Y que en el envite iba no sólo un resultado, sino una ocasión histórica. Con el sexteto titular ante una nueva ocasión España se metió en el partido y tomó confianza. Guillermo Falasca comenzó a encontrar resquicios entre la defensa adversaria para destinar sus golpes al balón y Jose Luis Moltó ejerció una notable labor en el centro de la red. Así como la ayuda defensiva y espiritual de Alexis Valido. La República Checa no cesó en su resistencia y España tuvo que aguardar a la veintena para hacer efectiva una ventaja notable (17-21). Ya no se le escapó el set.
Después el cuadro de Novillo mantuvo su mejoría y el cuadro checo acusó la pérdida de la manga y su ventaja. La dirección de Miguel Ángel Falasca y el trabajo en la recepción de Rafa Pascual e Israel Rodríguez daban sus frutos y en el ecuador la manga parecía encarrilada (17-13 y 22-15). España padeció una pájara en el momento más delicado. Cuando la empresa requería un esfuerzo final para cerrar el partido. La República Checa se recuperó y el equipo de Novillo pareció empezar a acusar el esfuerzo físico y mental. Un parcial de 0-7 nubló su panorama (4-11) y a pesar de su reacción terminó por ceder y volver a dejar el partido abierto. Abocado al desempate.
Un par de errores en recepción y en ataque metieron a España a rebufo de su rival. En una situación forzada, por detrás en el marcador, para intentar encauzar su mal comienzo (4-6 y 9-12). Fue inútil la brega de los jugadores. Justos de fuerza terminaron por ceder el partido y dejar escapar una ocasión histórica.
No tardó la selección española en darse cuenta de la gravedad de la situación. Y que en el envite iba no sólo un resultado, sino una ocasión histórica. Con el sexteto titular ante una nueva ocasión España se metió en el partido y tomó confianza. Guillermo Falasca comenzó a encontrar resquicios entre la defensa adversaria para destinar sus golpes al balón y Jose Luis Moltó ejerció una notable labor en el centro de la red. Así como la ayuda defensiva y espiritual de Alexis Valido. La República Checa no cesó en su resistencia y España tuvo que aguardar a la veintena para hacer efectiva una ventaja notable (17-21). Ya no se le escapó el set.
Después el cuadro de Novillo mantuvo su mejoría y el cuadro checo acusó la pérdida de la manga y su ventaja. La dirección de Miguel Ángel Falasca y el trabajo en la recepción de Rafa Pascual e Israel Rodríguez daban sus frutos y en el ecuador la manga parecía encarrilada (17-13 y 22-15). España padeció una pájara en el momento más delicado. Cuando la empresa requería un esfuerzo final para cerrar el partido. La República Checa se recuperó y el equipo de Novillo pareció empezar a acusar el esfuerzo físico y mental. Un parcial de 0-7 nubló su panorama (4-11) y a pesar de su reacción terminó por ceder y volver a dejar el partido abierto. Abocado al desempate.
Un par de errores en recepción y en ataque metieron a España a rebufo de su rival. En una situación forzada, por detrás en el marcador, para intentar encauzar su mal comienzo (4-6 y 9-12). Fue inútil la brega de los jugadores. Justos de fuerza terminaron por ceder el partido y dejar escapar una ocasión histórica.