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DISCURSO ÍNTEGRO DE MARIANO RAJOY

Mariano Rajoy ha presidido este miércoles en Santurce el homenaje anual del PP vasco a las víctimas de terrorismo. El presidente del PP ha honrado la memoria de los asesinados por la banda terrorista ETA y ha reiterado la oposición de su partido al diálogo y las componendas con los terroristas. A continuación reproducimos íntegramente el discurso de Mariano Rajoy.

(Libertad Digital) Discurso de Mariano Rajoy:      
 
Queridos amigos. Estamos aquí un año más, para honrar la memoria de unas personas decentes a las que asesinaron deliberadamente por ser decentes. No les segó la vida un accidente. No intervino el azar. Fueron a buscarlos de uno en uno. Los conocían por su nombre.
 
Los asesinaron por ser lo que eran, porque creían en la libertad individual, porque no reconocían más norte que la razón y la justicia, porque no aceptaban que un sector de nuestra sociedad se arrogara el derecho fanático de arrebatar la libertad a los demás. Los asesinaron con el único propósito de quebrantar nuestras convicciones. Los mataron pensando en nosotros, en los que seguimos vivos, para abatir nuestra resistencia, para obligarnos a ceder.
 
No han muerto en vano. Su presencia en nuestra memoria, en  nuestro corazón, en este homenaje, demuestra que no flaqueamos, que la sociedad española no se rinde, que la democracia que pusimos en pie en 1978, ni claudica ante el terror, ni está dispuesta a pagar el precio de la coacción y la vergüenza. Esto es lo que nos evoca su muerte. Eso es lo que conmemoramos. Hoy dedicamos la jornada al recuerdo de los que se fueron. Es una jornada de dolor, sí. Pero, sobre todo, es un requerimiento que apela con fuerza a todos los que hemos sobrevivido a esta pandilla sanguinaria. Una llamada que revisa nuestra memoria, que analiza nuestras convicciones y que comprueba nuestra determinación.
 
Por eso estamos aquí. No sólo para dedicar a las víctimas un minuto de piadoso recuerdo. Hemos venido, sobre todo, para dar sentido a su muerte. Para proclamar a los ojos de todo el mundo que no olvidamos los crímenes, que nuestras convicciones siguen en pie y que perseveramos en la determinación de no descansar hasta que todos los que todavía se ríen del daño que causan estén en manos de la Justicia. Hasta hace un año compartía nuestras ideas el Partido Socialista Obrero Español. Marchaban con nosotros en la misma manifestación; aplaudían porque acorralábamos a ETA; nos ayudaban para despojar a Batasuna de la legalidad democrática, para expulsar de la calle a los alevines de terrorista.
 
Ahora nos dicen que las cosas han cambiado, que Batasuna en realidad no es ETA, que quienes trabajan para ETA no deben ser tratados como terroristas y que con los criminales es posible llegar a un entendimiento. Ya no quieren compartir la misma acera con nosotros. Buscan la amistad de Batasuna, quieren arreglar su vuelta a la legalidad, a los ayuntamientos, a la financiación pública. Incluso no rechazan la idea de gobernar con ellos aquí en el País Vasco.
 
Todo esto no lo digo yo. Ya lo han confesado. Lo que no han dicho es en qué están de acuerdo con los secuaces del terrorismo, cuál es el terreno que comparten con ellos, cuál es la base que sustenta esa voluntad apresurada de entendimiento. Eso no nos lo han dicho. ¿Qué comparten?, ¿La idea de España?, ¿La idea del País Vasco?, ¿La idea de la libertad?, ¿La idea de la democracia?, ¿Qué comparten? Y si no comparten nada ¿a qué están jugando? Tampoco nos dicen Zapatero ni López qué se proponen ofrecerle a ETA, a sus presos, a sus correligionarios nacionalistas. ¿Diálogo?,  ¿Diálogo sobre que?  ¿Acaso no sabemos que pide ETA?  El Gobierno lo sabe.  Supongo que no está esperando a sentarse en la mesa para darse por enterado.  Ya lo sabe.  Ya se lo han dicho.
 
Ahora pretenden los socialistas sentarse con Batasuna o con ETA en una mesa.  No saben ni cuando ni dónde, ni con quién ni para qué.  Sugieren que se hagan propuestas.  ¿Es esto serio? ¿Qué tienen en la mano? Nada.  ¿Qué barruntan?  Nada.  ¿Qué saldrá de todo esto?  Nada salvo indignidad y, seguramente más dolor. Si todo esto es indecente, hay algo que es más indecente todavía; pretender justificarlo. Quiero pensar que estamos ante una actitud frívola.  Lo digo con todo respeto y muy en serio.  Quiero pensar que todo esto es fruto de una ligereza. Prefiero pensar esto porque, si no fuera una ligereza, el panorama sería desolador.
                           
Quiero decir que nosotros no participaremos en ese juego.  No estamos dispuestos a mercadear con las cosas nobles. Ni debemos hacerlo ni nos conviene hacerlo.  Porque no se trata sólo de principios.  Cuando están en juego la convivencia, la prosperidad y el derecho a un futuro en paz, no estamos hablando sólo de principios.  Hablamos también de razones prácticas.   Por eso, no sólo no debemos hacerlo sino que perjudicaremos los intereses generales si lo hacemos.
 
Lo digo con el recuerdo de todas las víctimas en el corazón:  los que han perdido la vida, los que han sobrevivido con lesiones, los que viven bajo la sombra de una amenaza perpetua, las familias de todos. Nosotros no traicionaremos las ideas que han costado tantas vidas y tanto sufrimiento.  No traicionaremos nuestras propias convicciones.  No vamos a mercadear con las cosas nobles. No necesitamos reconsiderar el futuro de los terroristas, no lo necesitamos.  Se encierra en dos palabras:  rendición o derrota.  Es lo único que los españoles decentes podemos ofrecer a quienes nos roban la vida y la libertad.
 
No necesitamos escuchar una vez más las razones de los asesinos porque no tienen ninguna razón. Frente al terrorismo no queremos talantes, ni sonrisas, ni sinuosidades. Queremos jueces, queremos justicia y queremos que se defienda con gallardía que no son los terroristas sino sus víctimas quienes tienen razón. No participamos en esas oscuras maniobras que planea el Gobierno.  No lo haremos porque no son más que una ceremonia de la confusión.  No lo haremos porque nos hemos propuesto derrotar al terrorismo sin concesiones.  No lo haremos porque no estamos dispuestos a rebajar la dignidad de los españoles.

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