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Alberto de Mónaco asume el trono oficialmente con la ausencia de la Casa Real española

Alberto II asumió este sábado definitivamente el trono de Mónaco en presencia de representantes de dieciséis delegaciones extranjeras, entre ellas varias casas reales. Sin embargo, a la ceremonia no acudió ninguna representación de la Casa Real española después del incidente durante la presentación de la candidatura de Madrid a los JJOO de 2012, cuando el príncipe monegasco puso en duda la seguridad de la capital española. Uno de sus primeros actos como monarca fue reconocer la paternidad de un hijo ilegítimo el mismo día que acababa el luto por su padre.

Alberto II asumió este sábado definitivamente el trono de Mónaco en presencia de representantes de dieciséis delegaciones extranjeras, entre ellas varias casas reales. Sin embargo, a la ceremonia no acudió ninguna representación de la Casa Real española después del incidente durante la presentación de la candidatura de Madrid a los JJOO de 2012, cuando el príncipe monegasco puso en duda la seguridad de la capital española. Uno de sus primeros actos como monarca fue reconocer la paternidad de un hijo ilegítimo el mismo día que acababa el luto por su padre.
L D (EFE) La muerte de Rainiero III, el pasado 6 de abril, supuso la sucesión automática inmediata y Alberto pasó a ocupar la jefatura del Estado, que como regente desempeñaba desde algunos días antes debido a la postración de su padre. No obstante, el protocolo monegasco impone una serie de ritos para formalizar la entronización y, en este punto, Alberto ha querido imitar a su padre y celebrar los actos en dos fechas distintas.

La primera, el 12 de julio pasado, adoptó la forma de un encuentro entre el príncipe y su pueblo, con actos sobrios y circunscritos a la participación de los monegascos. El jueves pasado Alberto recibió el juramento de fidelidad en el Palacio de los Grimaldi por parte de las principales autoridades del país y hoy ha contado con la presencia de delegaciones extranjeras que han venido a Mónaco para un oficio religioso y otro de corte militar.

Mónaco tiene como religión de Estado la católica, por lo que era obligatorio un oficio, que se celebró en la catedral y en el que el arzobispo Bernard Barsi definió al titular del Principado como "garante de la unidad nacional y del bien común", y le pidió "espíritu de servicio". Alberto II siguió la ceremonia con gesto contenido, vestido con uniforme militar en el que relucían varias condecoraciones, flanqueado por sus hermanas Carolina y Estefanía, así como otros miembros de su familia.

El Papa Benedicto XVI envió un mensaje de felicitación y de buenos augurios que fue leído durante el rito y a continuación, mientras sonaban las notas de un "te deum", Alberto tuvo dificultades para contener la emoción, mientras sus hermanas se abandonaban ya abiertamente a las lágrimas. Ese llanto no sería ajeno al hecho de que, a pocos metros de su banco, reposan los restos de Rainiero y de Grace Kelly, fallecida en 1982 en un accidente de tráfico.

Unas ochocientas personas asistieron a este elitista acto y en los primeros bancos del templo se sentaban representantes de varias casas reales.  Así, acudieron la princesa Victoria de Suecia, los príncipes Haakon de Noruega, Alois de Liechtenstein, Mulay Rachid de Marruecos, Joachim de Dinamarca y Feisal Biin Al Husein de Jordania, así como el Gran Duque heredero Guillermo de Luxemburgo y los condes de Wessex, en representación del Reino Unido.

El presidente de Islandia, Olafur Ragnar Grimsson y los dos capitanes regentes de San Marino asistieron al acto, así como el Nuncio vaticano en Francia, monseñor Fortunato Baldelli, los ministros de Justicia francés Pascal Clement y de Exteriores chipriota George Iacovu, así como el jefe de Gobierno de Andorra, Albert Pintat y el presidente del Senado italiano, Marcello Pera.

Representantes de las fuerzas de seguridad de Mónaco rindieron honores al jefe del Estado y también participaron en el acto militar soldados de las Armadas de Francia, Italia y Estados Unidos, cuyos navíos estaban fondeados en el puerto. Miles de monegascos siguieron la ceremonia en las pantallas gigantes colocadas en la explanada frente al palacio y siguieron la recomendación de las autoridades locales de aclamar a su príncipe y al resto de la familia cuando, terminados los actos, se asomaron al balcón central, en una jornada fresca y soleada.

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