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Francia supera a Croacia y se clasifica por primera vez para la final de un Europeo (29-23)

La selección francesa de balonmano se ha clasificado por primera vez en su historia para la final de un Campeonato de Europa tras imponerse por 29-23 a Croacia, en un encuentro en el que el conjunto galo ha hecho valer su extraordinaria defensa, a la que unido un ejemplar y variado ataque ante el que nada ha podido hacer el cuadro balcánico.

La selección francesa de balonmano se ha clasificado por primera vez en su historia para la final de un Campeonato de Europa tras imponerse por 29-23 a Croacia, en un encuentro en el que el conjunto galo ha hecho valer su extraordinaria defensa, a la que unido un ejemplar y variado ataque ante el que nada ha podido hacer el cuadro balcánico.
L D (EFE) La primera semifinal del Campeonato de Europa no tardó en convertirse en un duelo casi personal entre las dos máximas estrellas de cada equipo, Ivano Balic por el bando croata y Nikola Karabatic por el francés, y en el que, como era previsible, se impuso el balcánico. Mientras que Balic se aprovecho de su elegante finta y poderosa penetración para solventar los numeros problemas que creaba la defensa 5-1 gala, Karabatic mostraba que todavía está muy lejos de ser el relevo del gran Jackson Richardson, retirado de la selección.

Sin ideas en la circulación de balón y ofuscado en el lanzamiento, Karabatic, de origen balcánico, no fue la referencia que necesitaba el conjunto francés, lo que obligó al seleccionador galo a sentar al jugador del Kiel alemán para dar entrada al mayor de los hermanos Gille, el central Guillame. Por contra, se permitía el lujo de ser hasta un portento en defensa con un robo de balón, que permitió la momentánea escapa de Croacia, vigente campeón olímpica, en el marcador, que llegó a reflejara un 6-9 a favor de los balcánicos.

Pero Francia cuenta con una colección de secundarios de lujo, como Jerome Fernández, Joel Abati, Bertrand Gille o Michel Gigou, que permiten a los galos sobrevivir a cualquier apagón de su teórica estrella. Así, sin hacer ruido, Francia fue ajustando cada vez más y más esa defensa abierta que le hace temible para cualquier rival, y encontrando nuevas vías en ataque, sobre todo conexiones con el pivote Bertrand Gille y los extremos Luc Abalo y Gigou, que permitieron a los galos dar antes del descanso la vuelta al marcador (12-10).

Un trabajo en el que tuvo un papel decisivo el meta Thierry Omeyer, un portero que pese a carecer del caché de otros de otros como Vlado Sola, el español Barrufet o el alemán Fritz, ha demostrado a lo largo del campeonato ser una pieza clave en la trayectoria del equipo francés. Catorce paradas, un 58 por ciento de acierto, realizó el cancerbero del Montpellier en el primer tiempo, a las que otras tres en el arranque del segundo tiempo que permitieron a Francia alcanzar una máxima renta de cinco goles (19-14) a los cuarenta y dos minutos de juego. La solidez defensiva francesa eclipsó en el segundo período a Balic, que dejó su puesto en el central al veterano Slavko Goluza, un jugador más conocido por su dureza que por su imaginación, circunstancia que no desaprovechó Francia para aumentar un poquito más su renta (20-14).

Ni el regreso a la pista de Balic, jugador del Portland San Antonio, sirvió para que Croacia retomara el pulso al partido, que comenzó a manejar a su antojo el equipo francés, liderado en ataque por un Karabatic mucho más entonado en el puesto de lateral izquierdo. Además el pivote Bertrand Gille, elegido mejor jugador del Mundo en 2002, dio hoy por fin muestra de su auténtica valía, tras un irregular arranque de campeonato en el que el jugador del Hamburgo se vio mermado por la lesión que estuvo a punto de dejarle fuera del Europeo.

Pero con un equipo balcánico enfrente, y menos cuando es el dos veces campeón olímpico y una mundial, nadie se puede fiar, aunque en esta ocasión Francia supo manejarse con cordura, y sentenció el choque el choque aprovechando una doble inferioridad numérica de los croatas, con un gol de Gigou, impresionante todo el partido, que puso el marcador en 28-21 a menos de cinco minutos para el final. Un tiempo que ni tan siquiera sirvió para que los croatas maquillaran un poco el resultado, porque la sensación de fracaso, para un equipo que antes del inicio del campeonato partía en todas las quinielas como claro favorito al oro, era ya imposible de borrar.

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