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CENTRO Y PERIFERIA, por Víctor Gago

(Libertad Digital/Víctor Gago) Hay "centros" y "centros", unos con más futuro que otros.  El del alcalde de Madrid, por ejemplo, está ubicado en el centro de sí mismo. Ideológicamente, es otro cantar. En el centrípeto campo de las ideas, Alberto Ruiz-Gallardón es policéntrico y centrífugo. Se centra hasta en un palmo de terreno: "No podemos responder a los excesos de la izquierda desde una simétrica desproporción de derecha".  O ésta otra: "No podemos dejar que actitudes dogmáticas nos lleven a nosotros al dogmatismo". Lo de siempre: la derecha  "no puede". Su centro está a mitad de camino entre Gregorio Marañón y Chiquito de la Calzada: "No puedooorrl". Para alguien que confunde ser liberal con hacerse una camisa a medida, el centro está en todas partes y en ninguna. Una forma, como otra cualquiera, de estar descentrado.
 
El alcalde se presentó en la Convención del Partido Popular con otro de sus discursos sobre la culpa de la derecha, que tanto le gustan. Una réplica del discurso con el que abrió el último Congreso popular; sólo que,  menos de dos años después, España está patas arriba, el "talante" ha descubierto su verdadero rostro y el PP es lo único centrado y cuerdo de la vida política nacional. Ya no está casi diez puntos por detrás del PSOE en los sondeos, sino que se ha puesto por delante. No es el partido conmocionado por la derrota del 14-M, con un liderazgo en construcción, como era el PP contraído y revuelto que eligió presidente a Rajoy y en el que Gallardón intentó pescar el control de su organización de Madrid, probablemente como entrenamiento para una pesca de mayor envergadura.
 
El PP del 3 de marzo de 2006 es otro, sin dejar de ser el mismo que refundaron Fraga y Aznar. El centro de todo ha mudado de sitio y Ruiz Gallardón parece más descentrado que de costumbre, a tenor del discurso de este viernes.
 
El alcalde fue a la Convención a seguir pidiendo perdón ante el consenso izquierdista, pero ninguno de sus sucesores en la tribuna pareció dispuesto a seguirle hacia ese centrismo del sumidero, y resultó arrollado, para variar, por el optimismo de la libertad clara y concreta, la libertad sin circunloquios ni medias voces, que Esperanza Aguirre animó a defender "sin complejos y con reflejos". El centro, cuando se ve con ojos vitalistas y ganadores, está muy lejos del centrismo. "Es imprescindible que demos la batalla de las ideas. Vamos a darla y la vamos a ganar. Para eso estamos aquí. Para cargar las pilas y defender ideas que surgen de la firmeza de nuestros principios y nuestras convicciones", dijo la presidenta de la Comunidad de Madrid.
 
Cuando el centro es estar centrado en lo que toca, que ahora es sacar a España de una de sus crisis nacionales más graves del último siglo y defender la libertad de los españoles frente a la involución autoritaria y tribal del PSOE y sus aliados nacionalistas, hasta Fraga parece un enviado del futuro: "La crispación está en la sociedad, porque la sociedad  está preocupada", dijo el fundador del PP con un vigor digno de un "joven senador", como lo definió Aznar. Respondía al estribillo del PSOE sobre la crispación creada por el PP, pero igual podría valer para amonestar a Gallardón. La sociedad, dijo Fraga, "sabe que hemos superado dos siglos de guerras civiles, pronunciamientos, golpes de estado, y cuando empezamos a salir de una situación de retraso notable, nos vienen a querer a inventar otra vez una transición, a recordar las peleas de nuestros abuelos y desenterrando a los muertos". ¡Como para no centrarse, "ponerse las pilas" y salir a la calle a dar la batalla ideológica, que diría Esperanza Aguirre!
 
Si algo ha quedado claro de la renovada oferta de centro del PP es que la derecha ha dejado de viajar al centro como si caminase en fila india a un destierro, para postularse ella misma como el centro más potente de la tradición española de la libertad. "España y constitución son sinónimos de libertad, y estamos dispuestos a decirlo con el PP", recordó José María Aznar, quien subrayó la idea de que su partido es de lo poco centrado que le queda a España después de dos años de gobierno de Zapatero: "Han pasado sólo dos años, y no sólo estamos listos, sino que vamos a ganar las elecciones por el bien de España". Hay futuro, como señala el eslogan de la Convención, pero no para los que todavía andan viajando al centro en el vagón de tercera de la ética culpable. Ese centrismo ya es pasado. Todo periferia.

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