(Libertad Digital) Ni parquímetros, ni zanjas, ni subida de impuestos, ni gasto público disparado. La agenda municipal pasa a un segundo plano, para que Alberto Ruiz-Gallardón se explaye como delfín adosado a Mariano Rajoy.
Ha descubierto un filón de celebridad entre la prensa más crítica con Rajoy y más sumisa a las mentiras sobre el 11-M, desautorizando a su propio partido en el esfuerzo de averiguar qué hay detrás del cúmulo de falsedades de la investigación policial sobre la peor masacre terrorista de la historia de España.
La otra razón por la que es tan apreciado entre la prensa que colabora con el Gobierno socialista en la difusión de las mentiras del 11-M, es porque Gallardón utiliza las mismas descalificaciones que Zapatero para referirse a la Oposición política y cívica que cuestiona la versión oficial. Son la "extrema derecha" –dice el sucesor de una de las mentes más preclaras del franquismo– .
"La extrema derecha, intransigente o radical, que no hace otra cosa que convertirse objetivamente en un colaborador de la izquierda socialista y por lo tanto favorecer las expectativas del PSOE, no está en el PP. De ninguna de las formas. Y les gustaría mandar en el PP y que hiciéramos lo que ellos quieren. Pero ni lo hemos hecho ni lo haré", sentencia el candidato a alcalde, que ya había declarado recientemente a Vogue que su propuesta para liderar el PP de Madrid era "ganadora, centrada y de futuro", frente a la "perdedora, radical y del pasado" que representa Esperanza Aguirre.
Unido a ABC y El País por la rentable obsesión contra el periodista Federico Jiménez Losantos, el alcalde vuelve a arremeter, azuzado por su interlocutor del diario de Vocento. "¿Qué siente cuando escucha a un locutor de radio pedir a los electores del PP que antes de votarle a usted echen sus papeletas a las carpas del Retiro?", le pregunta ABC. Y Ruiz-Gallardón responde: "Pues eso que ya le he dicho: lo mismo que vale para los dogmáticos de izquierda, vale para los de la extrema derecha. Ellos aspiran a la esclavitud ideológica e intelectual de los demás, pero nosotros no vamos a estar ahí".
Justo cuando se desmoronan los últimos parches de la versión oficial del 11-M, que los diarios ABC y El País han aplicado de manera diligente, Ruiz-Gallardón acude raudo a tapar la hemorragia: "Confianza absoluta en el Estado de Derecho, y por tanto en aquellos a los que les corresponde la investigación de hechos criminales, es decir, a los jueces. Nuestra confianza en el poder judicial es absoluta", subraya en calidad de delfín de Rajoy, y dejando, una vez más, en evidencia a portavoces como Alicia Castro, Jaime Ignacio del Burgo, Eduardo Zaplana o Ángel Acebes que han indicado que el PP va a seguir buscando la verdad hasta que se aclare el cúmulo acreditado de mentiras que jalona el sumario del 11-M.
Vuelve a autopostularse como número dos de Rajoy en la próxima lista electoral al Congreso, a pesar de que lo que le ha encargado el PP es que gane la reelección como alcalde de Madrid. "Yo creo en el proyecto de Mariano Rajoy", proclama con toda solemnidad, para a continuación presentar como un sacrificio lo que apunta, más bien, a ambición: "Si yo puedo desde la más absoluta modestia ayudar a ese proyecto, acompañándole en la lista electoral, no sólo estoy dispuesto sino que seré absolutamente feliz de poder hacerlo". Cuando se le pregunta si después del número dos viene el número uno, el alcalde no se desvía de la ruta prevista en su personal viaje al poder: "Es que –Rajoy– no va a perder. España siempre mira hacia delante. Y las circunstancias que el 14 de marzo llevaron a Zapatero al poder no es que no se den ya, es que las ha dilapidado el PSOE".