L D (Europa Press) Montilla convocó a los medios de comunicación en el exterior de la parada de Cornellà Centre para lanzar su propuesta de mantener abierto el Metro durante toda la noche de los sábados y, a continuación, con cámaras de televisión, fotógrafos, periodistas, una escolta policial de paisano redoblada y miembros de las juventudes del PSC se dispuso a tomar el metro para "ir a trabajar" a la calle Nicaragua de Barcelona.
El revuelo en la estación fue considerable y perturbó a algunos de los viajeros que incluso advertían de que "iban a llegar tarde al trabajo" por culpa de tumulto que perseguía a Montilla y Xavier Casas, primer teniente de alcalde de Barcelona y vicepresidente de la Autoritat del Transport Metropolità (ATM), que le acompañó en todo el trayecto ofreciéndole detalles sobre el convoy.
Mientras unos se quejaban, otros aprovecharon la oportunidad y se "colaron" instados por algún miembro de seguridad que pretendía aligerar la circulación de personas en los tornos de entrada.
Nervios y "emoción"
Montilla compró su billete en la máquina automática y procedió a introducirlo en el control de entrada. No obstante, se equivocó de lado a la hora de superar el torno dándose un sonoro golpe ante las cámaras de televisión. Una vez rectificada la operación, Montilla accedió a un tren de Metro que esperaba en el andén con pasaje dentro.
No obstante, la cantidad de cámaras, periodistas y miembros de la comitiva socialista era tal que Montilla quedó de pie rodeado y sin acceso a los viajeros. Sólo una pasajera, con el libro "La ilusión de vivir" en la mano, pidió paso para saludar a Montilla y confesar que le "tiemblan las rodillas" de emoción. Como colofón de una escueta conversación la señora le espetó que "como Cornellà no hay nada" y Montilla replicó "ahora lo haremos para toda Cataluña".