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Simpatizantes del PSOE regalan a Zapatero una camiseta de Castro y el Che en un baño de masas en Santa Coloma

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se dio este lunes un baño de masas acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa, en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) a donde acudió para dar el último espaldarazo a la candidatura a la presidencia de la Generalidad, José Montilla, antes del mitin final en el Palau Blaugrana. Hubo de todo, besos, piropos y algún palo en el trasero a la esposa del presidente. Pero lo más llamativo fue la camiseta de Castro y el Che que un espontáneo regaló a Zapatero. El presidente también relató sus experiencias con la quiromancia.

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se dio este lunes un baño de masas acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa, en Santa Coloma de Gramanet (Barcelona) a donde acudió para dar el último espaldarazo a la candidatura a la presidencia de la Generalidad, José Montilla, antes del mitin final en el Palau Blaugrana. Hubo de todo, besos, piropos y algún palo en el trasero a la esposa del presidente. Pero lo más llamativo fue la camiseta de Castro y el Che que un espontáneo regaló a Zapatero. El presidente también relató sus experiencias con la quiromancia.
L D (Europa Press) La elección de Santa Coloma no es baladí, ya que constituye uno de los tradicionales feudos socialistas con población mayoritariamente de origen no catalán y que acostumbra a abstenerse en las elecciones catalanas, mientras que en las generales vota en bloque al PSOE. Zapatero llegó a las 12.30 horas a la Plaça de la Vila, donde esperaban Montilla, la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre, acompañada de sus padres, y el alcalde de la ciudad, Bartomeu Muñoz. A los pocos segundos de bajar del coche, Zapatero ya recibió la primera evidencia de que su paseo iba a ser un constante ir y venir de besos, abrazos, autógrafos y demandas y piropos de lo más variopinto como "eres más valiente que Supermán y el Capitán Trueno".
 
Hasta una anciana de 94 años, de luto riguroso y una cabellera blanca recogida en un moño, se le echó al cuello para desearle "mucha salud y fuerza de voluntad". La anciana, satisfecha con su minuto de gloria, fue la primera de los cientos de personas que tocaron y besaron a Zapatero y su esposa, más aún cuando antes de su llegada un coche se paseaba por las calles de Santa Coloma anunciando la visita con megafonía. Con un amplio despliegue policial, inicialmente discreto pero que tuvo que imponerse con sonrisas y buenas maneras a la muchedumbre, Zapatero salió del ayuntamiento de la ciudad y se adentró en la zona del mercado semanal de Sant Josep del brazo de su esposa. Varias decenas de fotógrafos, cámaras de televisión y periodistas hicieron aún  más complicado si cabe el recorrido.
 
Zapatero y Montilla, del que Sonsoles Espinosa tuvo que estirar del brazo para que no se quedara atrás en alguna ocasión, atendieron a todas y todos cuantos se les acercaban hasta invitándoles a comprar ropa al módico precio de 3 euros, mientras en otras paradas la principal preocupación era que algún aprovechado se llevara por delante la recaudación del día. Fotos con los móviles, autógrafos y algún palo en el trasero, que se llevó la esposa del presidente, se repitieron por todo el recorrido del mercado hasta volver a la Rambla de Sant Sebastià y la puerta del ayuntamiento una hora y media después.
 
Zapatero pidió el voto para Montilla, al tiempo que el candidato socialista se dejaba querer y Manuela de Madre actuaba como la perfecta anfitriona, dando señas de la vida de todo aquél que se acercaba a la comitiva presidencial. Entre los que "nunca hemos fallado" a la hora de votar, y los que pedían mejoras en las pensiones o medidas para favorecer la venta de pisos, Zapatero se encontró con la castañera de Santa Coloma, con quien compartió disquisicones sobre las mejores castañas del mercado, e incluso tuvo tiempo para explicarle a una sevillana afincada en Santa Coloma que la capital andaluza fue su destino de viaje de bodas.
 
Zapatero y su experiencia con la quiromancia
 
"Me leyeron la mano en la puerta de la catedral y me dijeron que tendría dos hijos, y tengo dos hijas, y que llegaría muy alto, y ya ves", explicaba con satisfacción el presidente del Gobierno. Zapatero fue objeto de poesías y hasta el regalo de una camiseta con dibujos de las caras de Fidel Castro y el Che, que se quitó un colomense en plena calle para ofrecérsela. Zapatero también tuvo oportunidad de comprobar la presencia mayoritaria de inmigrantes de los años 60 y 70 en esta zona de la provincia de Barcelona y que no se sienten catalanes.
 
De hecho, un hombre se acercó al presidente para reclamar que "después de 40 años trabajando para Cataluña, que no vengan los catalanes a decir que no hemos hecho Cataluña". Las demandas no se quedaron ahí e incluso se atrevió a pedirle a Zapatero que "tendría que hacerlo un poquito mejor" en materia antiterrorista.  También hubo tiempo para que se hiciera evidente el alto porcentaje de inmigración extranjera que soporta Santa Coloma. Zapatero firmó autógrafos y saludó a pakistaníes, indús, marroquíes y hasta dedicó a una colombiana, que le agradeció la última regularización, una receta de tortilla de patatas.
 
La visita se saldó con un rápido refrigerio --agua para Sonsoles y Zapatero y cerveza para Montilla y De Madre-- en una bodega de la Rambla, donde había varias mesas ocupadas y que se vieron sorprendidos por la marabunta que perseguía al presidente. Zapatero ofreció todo su apoyo a Montilla, pidió a la gente que fuera a votar y encandiló a todo aquel que se cruzaba a su paso para después, según aseguraron fuentes del PSOE, disfrutar de un almuerzo privado con su esposa y descansar en el hotel hasta la hora del mitin en el Palau Blaugrana.

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