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INFORME: LAS INCÓGNITAS DEL 30-D

Una semana después de que ETA reventara la tregua sin previo aviso, asesinado dos personas en Madrid, el Gobierno sigue sin revelar los datos más importantes del atentado, escamoteando la información que la sociedad demanda. El presidente ha aplazado a la segunda semana de enero la explicación de lo sucedido el 30-D y de su nueva política antiterrorista. El tipo de explosivo, la identidad del propietario de la furgoneta o lo ocurrido durante su secuestro son algunos de los datos que el Gobierno aún debe aclarar.

Una semana después de que ETA reventara la tregua sin previo aviso, asesinado dos personas en Madrid, el Gobierno sigue sin revelar los datos más importantes del atentado, escamoteando la información que la sociedad demanda. El presidente ha aplazado a la segunda semana de enero la explicación de lo sucedido el 30-D y de su nueva política antiterrorista. El tipo de explosivo, la identidad del propietario de la furgoneta o lo ocurrido durante su secuestro son algunos de los datos que el Gobierno aún debe aclarar.
(Libertad Digital) Si bien es cierto, antes de cuestionar los datos ofrecidos por el Gobierno, hay que sumergirse en las aguas en las que el proceso se estaba ahogando. Un flashback breve de lo ocurrido incrementa más si cabe la necesidad de que Zapatero deje de poner "cara áspera",  y aclare las incógnitas que aún rodean el atentado del pasado 30 de diciembre.
 
En este sentido, hay que recordar que, tres meses antes de que el llamado "proceso de paz" se rompiera, los terroristas se estaban aprovisionando; compraron, según informó LIBERTAD DIGITAL el 1 de Diciembre, elementos electrónicos y productos químicos para fabricar artefactos explosivos. A esta constatación hay que sumar el robo de 350 pistolas y munición en octubre.
 
Ante la fuerza de los hechos, el Gobierno, un mes antes del 30-D, admitió el rearme de la banda terrorista; si bien, el titular de Interior, aunque indicó que "la paz y la violencia son dos palabras radicalmente opuestas", afirmó que el proceso seguía vivo y que el Ejecutivo abogaba por la senda del diálogo.
 
Días más tarde, horas antes de que ETA perpetrara el atentado en la T-4, la Policía hallaba en un bosque al sur de Francia detonadores y 60 kilos de material explosivo; así como el primer zulo activo desde el alto al fuego. El Gobierno, eludió echar marcha a tras y, en vez de eso, amparó aún más la negociación.
 
Con esta "doble moral", según lo calificó el PP, la sociedad española encaró el 30-D. Y en ese día seguimos, ya que aún no se ha revelado ningún dato sobre el explosivo, la identidad del propietario del furgoneta, lo ocurrido durante su secuestro o por qué Zapatero dijo una cosa el sábado y sus subordinados se vieron obligados a decir lo contrario.
 
 
La sombra de la duda también planea a la hora de cuestionar el cómo y quién hizo explosionar la furgoneta. En concreto, las sombras polvorientas de Diego Armando Estacio y Carlos Alonso Palate. En un principio, Efe comunicó que la explosión estuvo controlada por la Policía en todo momento. En tal caso, y suscribiendo la premisa de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, cómo es posible que el coche-bomba provocará tales consecuencias civiles, varios heridos y dos muertos.
 
Esta versión oficial centra la mayoría de las dudas. Hay que recordar que Interior, horas después del atentado, comunicó que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad estaban realizando una rápida investigación sobre las circunstancias de la explosión, para así tener datos objetivos.
 
Un último dato. El número tres del CNI dimitió justo antes del atentado en Barajas "por desacuerdo con la política antiterrorista", según informó El Mundo. Según el diario, el número tres en el organigrama del CNI, Miguel Sánchez, dimitió por la inacción del Gobierno contra ETA.

Del explosivo, el Gobierno sigue sin revelar la clase y la cantidad. Interior se niega a identificar el tipo de explosivo aduciendo que no quedaron restos; no obstante, distintos expertos, consultados recientemente por El Mundo, coinciden en señalar que es posible una identificación precisa, incluso a partir de una muestra de tamaño infinitesimal.
 
 
De la furgoneta utilizada tampoco se tienen noticias, sólo la marca e hipótesis policiales. El Ejecutivo de Zapatero sólo ha filtrado información a cuenta-gotas. La hipótesis que baraja la Policía es que pudo haber pasado la frontera entre Francia, donde fue robada, y España por el Pirineo aragonés. El vehículo habría llegado hasta el aeropuerto por Jaca, Huesca y Zaragoza, según la misma fuente. Este ocultismo, verifica lo anunciado por Moncloa, que el presidente es el que "marca los tiempos" y el que hablará cuando sea pertinente. Lo único que se sabe es que ETA secuestró al propietario del vehículo y que horas después de perpetrar el atentado, le liberó. Interior informó que esta persona era ciudadano español y residente en Oñate (Guipúzcoa).
 
La guerra informativa es parte de un juego político al que se presta no en pocas ocasiones el Gobierno socialista; no obstante, lo que no es tan habitual es que ésta derive al propio partido. En este sentido, Zapatero desautorizó a su número dos, José Blanco, al indicar que no hubo errores en su "proceso de paz", afirmación que contradijo la del secretario de Organización de su partido. Éste afirmó que hubo un "problema de interlocución" con los terroristas puesto que es "indudable" que los datos del Ejecutivo "no se correspondían con la voluntad" de la banda.
 
Ante tal situación, el europarlamentario del PP, Jaime Mayor Oreja, aseguró que no entiende cómo Zapatero, "en medio de una sociedad confundida", retrasa hasta la semana del 15 su comparecencia en el Congreso. Mientras, continúa la violencia etarra así como la aparición de nuevo material de ETA.  

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