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SI NO SE ROMPE SE RAJA, por Víctor Gago

(Libertad Digital - Víctor Gago) Hay matasanos que es mejor no frecuentar. Recetar, desde ABC, doble chute intravenoso de Gallardonxil Forte, y ver a la peña usando las papeletas de la "realidad nacional andaluza" como pitos de carnaval, todo ha sido uno. El mismo día en que la prestigiosa Quinta de Reposo del Doctor Zarzamora –llora que llora– prescribe a Rajoy más centrismo y menos alarmismo, más pavanas y menos Zaplana, más "be water, my friend" aunque el water baje más bien podrida, ese mismo día (y no mañana ni pasado), el centrismo wok, el liberalismo chill out, el feng sui del consenso, el menos es más de los principios y la aromaterapia cristianoide se han ido a tomar viento por el mismo sumidero que el referéndum de Chaves y Arenas.
 
Animan al líder del PP a hacer un ERE que jubile a Acebes y Zaplana –¿también a Esperanza Aguirre?– porque "no se puede ilusionar a la gente con las mismas caras de otros tiempos y repitiendo doctrinas ya amortizadas". Para caras renovadoras, ya están las de Bélmez y las de María Castaña, cuando Alianza Popular prohijó al prometedor alcalde de Madrid, gran esperanza blanca del apuñalamiento de pértiga y oro olímpico de abrazos de judo, en el que tanta baba y ex lectores ha gastado y gasta el periódico boticario de la derecha.
 
El Estatuto andaluz iba a ser algo así como el símbolo de la moderación, la cintura política, la flexibilidad, el consenso, el pragmatismo, el sentido común y todo ese rollo del centrismo por eutanasia activa que ABC se empeña en administrar a suero lento a Rajoy, para que esté a punto de crematorio después de las Elecciones de 2008, con Ruiz-Gallardón como viuda desconsolada en el entierro de la sardina. Un hipido por aquí, un desmayo por allá, y luego al notario a cobrar la herencia.
 
El engendro estatutario parido por Chaves y Arenas, pero corregido y aumentado por el personal de confianza de Rajoy representado por Soraya Sáenz de Santamaría, simboliza el "perfil centrista" con el  que "se ganan las elecciones", según ABC. Cuando Eduardo Zaplana lo desmontó razonadamente en un artículo publicado en La Razón, el diario de Vocento y el aburrido acuario de lamelibranquios burócratas y arrecifes milenarios de Génova le hicieron un vacío glacial, empezando por Fraga y continuando por el propio Rajoy. Fue la primera vez, pero no ha sido la última, que Rajoy ha desautorizado en público a su portavoz parlamentario. Es el jarabe de Caín que más le gusta recetar al periódico con ojo clínico para los naufragios, como se ha comprobado una vez más este domingo, nada más cerrar los colegios electorales.
 
El análisis de Sáenz de Santamaría sobre el ridículo del Estatuto andaluz ha resultado más divertido que un episodio de La hora chanante , aunque seguramente no para los diez millones de votantes del PP. "Otros deben reflexionar" sobre el fracaso, dice ahora la artífice de algunos de los párrafos de esa aportación a la ingeniería social que incluye ocurrencias como la de la "realidad nacional" y bromas pesadas como la de otro Comité Audiovisual. No sólo la dejan sola para que dé la cara de un error ampliamente compartido en esa casa, sino que transmiten el mensaje más culpable posible.
 
Por la mañana abren la boca a otra cucharada de centrismo de rebotica y por la noche se acuestan con más retortijones que nunca. Es como confiar la botadura de un portaaviones al capitán del Titanic. Si no se rompe, se raja.

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