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El agente Campillo dice que le apartaron de la investigación después de entrevistarse con Lavandera

No ha habido sorpresas en la declaración del testigo protegido Francisco Javier Lavandera. Éste ha vuelto a reiterar que tanto Toro como Trashorras le ofrecieron traficar con explosivos y vendérselos a ETA y que el primero no "se cortaba" y ofrecía explosivos "a todo el mundo". También reafirmó que dos policías le amenazaron "si relacionaba a Toro con ETA". Lo denunció a la Policía pero allí no le tomaron en serio y "empezaron a reírse". Más tarde entró en contacto con la Guardia Civil, donde le asignaron al agente Campillo, quien declaró a continuación. El guardia civil afirmó que después de entrevistarse con Lavandera realizó un informe que entregó a sus superiores junto con la cinta que contenía la declaración de Lavandera. A continuación le apartaron de la investigación.

No ha habido sorpresas en la declaración del testigo protegido Francisco Javier Lavandera. Éste ha vuelto a reiterar que tanto Toro como Trashorras le ofrecieron traficar con explosivos y vendérselos a ETA y que el primero no "se cortaba" y ofrecía explosivos "a todo el mundo". También reafirmó que dos policías le amenazaron "si relacionaba a Toro con ETA". Lo denunció a la Policía pero allí no le tomaron en serio y "empezaron a reírse". Más tarde entró en contacto con la Guardia Civil, donde le asignaron al agente Campillo, quien declaró a continuación. El guardia civil afirmó que después de entrevistarse con Lavandera realizó un informe que entregó a sus superiores junto con la cinta que contenía la declaración de Lavandera. A continuación le apartaron de la investigación.
(Libertad Digital) El testigo realizó, a lo largo de su declaración diversas alusiones a ETA y precisó que tras la detención de Toro en la denominada "Operación Pipol" en verano de 2001 Trashorras acudió al local en el que trabajaba, el club "Horóscopo", y le ofreció "traficar con explosivos". "Podían mover 1.000 kilos a la semana", dijo. "Tengo 400 kilos de Goma 2 para vender", le dijo entonces Trashorras. Tras denunciar esta conversación ante la Guardia Civil, Lavandera continuó "investigando" –explicó– y unos días después Trashorras le comunicó que ya sólo le quedaban 200 kilos. "Dijo que se los había encajado a ETA", añadió.
 
Además de esta conversación con Trashorras, el testigo relató numerosas menciones a la banda terrorista realizadas por Toro. Mencionó que el ex cuñado del minero asturiano llegó a decirle que si encontraba a alguien que supiera "detonar bombas a través de teléfonos móviles iba a ganar mucho dinero". "Me dijo que ETA pagaría mucho dinero por alguien que supiera manejar esa tecnología", añadió.
 
Según Lavandera Toro –que era, en su opinión, el "cerebro" del trafico de explosivos– también aludió que podía conseguir grandes ganancias "si mataba a alguien para ETA". Al parecer, el acusado llegó incluso a garantizarle que no le pasaría nada si le "pillaban" traficando con dinamita ya que contaban con una persona, al que denominaban "el asesor" que se ocuparía "de todo" con una sola llamada.
 
Explicó, además, que tras denunciar estos hechos ante la Guardia Civil, se le acercaron dos personas que dijeron ser policías (no pudo garantizar ese extremo ya que –dijo– no le mostraron el carnet profesional, aunque sí la placa) y que le amenazaron "si relacionaba a Toro con ETA". Su esposa, que supuestamente se suicidó hace dos años, recibió también amenazas, indicó Lavandera, que detalló que su mujer llevó a decirle que había recibidos llamadas en las que le decían que matarían a sus hijas en Brasil.
  
El testigo relató que conoció a Toro en primavera de 2001 en el Club Horóscopo. Iniciaron una relación de "amistad" y poco después –indicó– le habló "de los explosivos". "Me mostró los explosivos en verano de 2001. Los llevaba en el maletero de un Xsara dorado", describió Lavandera que dijo que le extrañó que se los enseñara porque se encontraban muy cerca de la Comisaría de la Policía de lo Gijón.
 
Detalló también que la dinamita iba en "una especie de fardos" y llevaba "detonadores" cerca. "Supe que eran explosivos porque ponía Goma 2 ECO", explicó y relató que sabía lo que eran los cartuchos ya que trabajó como ayudante de minero en dos explotaciones, donde también se utilizaba este tipo de dinamita. Y es que según declaró Lavandera Toro "iba vendiendo explosivos a todo el mundo. No se cortaba". "Hasta que no los vi me lo tomé a broma", indicó y relató que, después de esto, se dirigió a la Policía de Gijón, donde no le tomaron en serio y "empezaron a reírse". Explicó que entonces no firmó ninguna declaración ya que "no quería" que se supiera su nombre y le mataran. Tras esta primera experiencia con las Fuerzas de Seguridad del Estado y después de la detención de Toro por su relación con el tráfico de estupefacientes, Lavandera entró en contacto con la Guardia Civil donde le asignaron como contacto a un agente al que se refirió como "señor Campillo".
 
Lavandera hizo también referencia al acusado por colaboración con banda armada Rafa Zouhier, que sirvió como contacto entre la célula terrorista islamista y el grupo de los asturianos. Indicó que le reconoció porque le había visto "en una ocasión" en compañía de Trashorras en el "Horóscopo". Puso, además, de manifiesto, que todos los datos ofrecidos se refieren, en todo caso a 2001 y que no volvió a tener contacto con los dos acusados a partir de esa fecha.
 
Al agente Campillo le "apartaron del caso" 
 
A continuación declaró el agente Jesús Campillo, el que se entrevista con Lavandera y cuya conversación quedó grabada, quien afirmó ante el tribunal que en su opinión lo "lógico" hubiera sido encargar a su unidad tras las informaciones de Lavandera referentes a la existencia de tráfico de explosivos a cargo de los acusados José Emilio Suárez Trashorras y su ex cuñado Antonio Toro. No obstante, indicó, le "apartaron del caso".
 
Precisó que la asignación a otra sección de este caso pudo producirse porque las informaciones que procedían del club de Gijón "Horóscopo", donde trabajaba Lavandera, aludían también al tráfico de estupefacientes. Además explicó que las confesiones de Lavandera –que desembocaron en la denominada "Operación Serpiente"– le ocasionaron "muchos problemas" y que ahora mismo está "pendiente de asignación de destino" por motivo de una baja.
 
También precisó que en sus declaraciones de 2001, Lavandera aludía sin precisar nombres ni apellidos a un tal "Toro" y "Toño" como las personas que le propusieron colaborar en el tráfico de explosivos y en otras actividades ilegales. Después de las detenciones de la operación "Pipol" Lavandera le llamó y le indicó que los dos acusados eran los que le proponían llevar a cabo el negocio ilegal. De hecho, el testigo apuntó que éste le explicó como un día Antonio Toro le llamó y le enseñó una gran cantidad de explosivos y le espetó: "¡ven ven, ríete ahora!".
 
Explicó que su relación con Lavandera comenzó el 27 y 28 de agosto del 2001, cuando recibió una nota realizada por la Unidad Central de Operaciones (UCO) de Gijón en la que se detallaba que un portero de un club denominado "Horóscopo" manifestaba "una serie de cosas" sobre tráfico de explosivos y se adjuntaba un número de teléfono. Lavandera, dijo el testigo, apuntaba a una "cantidad de cosas inmensas y muy variadas" –informaba de tráfico de vehículos, de sustancias estupefacientes y falsificación documental– por lo que acordó una entrevista con él al día siguiente.
 
Recordó, durante su comparencia, que se puso en contacto telefónico con Lavandera y tras comprobar lo que venía recogido en la nota, concertó una cita en el domicilio de esta persona para tomarle testimonio. El agente de la Guardia Civil explicó que la reunión se celebró en el interior de su vehículo, aparcado justo en frente de la vivienda de Lavandera, y que al ver que eran datos "tan variados", decidió "grabar" esa conversación.
 

A raíz de la reunión –que no adquirió carácter de declaración oficial– el funcionario de la Guardia Civil precisó que realizó un informe de tres folios de extensión y entregó la cinta a su oficial y que éste la remitió a la Unidad Central. Fruto de estas informaciones el testigo afirmó que se desarrolló una operación denominada "Serpiente". Tanto a preguntas de la Fiscalía como de las defensas particulares sobre las razones por las que esa grabación fue reproducida en un medio de comunicación a finales del 2004, el testigo conjeturó que la cinta se perdió en un traslado de mobiliario en la comisaría.

También declaró el narcotraficante Lofti Sbai, amigo de Rafá Zaouhier. Sbai dijo que que pocos días después de los atentados el acusado Rafá Zouhier le comentó que Jamal Ahmidan, "El Chino", podía estar implicado en la masacre porque había comprado explosivos al procesado José Emilio Suárez Trashorras.

Explicó que durante su fiesta de cumpleaños, celebrada el 14 de marzo de 2004, vio discutir a Zouhier y al acusado Antonio Toro, ex cuñado de Trashorras, y al acercarse a ellos y preguntarles qué les ocurría fue cuando el ex confidente de la Guardia Civil le comentó la posible vinculación de Ahmidan con la masacre. "Me dijo que a lo mejor 'El Chino' tenía algo que ver porque le compró los explosivos a su cuñado (en alusión a Toro) y que él no tenía nada que ver", recordó Sbai. "Le miré y le dije: si tú lo sabes y no declaras van a llegar al final porque esto no es un atraco. Hay mucha gente que ha muerto y tienes que declarar", añadió Sbai, quien aseguró que Zouhier le manifestó que tenía unos amigos guardias civiles y se lo contaría. También subrayó que tras la masacre el ex confidente "buscaba un guardia civil que testificara que él avisó antes de los atentados" para que le sirviera de coartada.

Sobre "El Chino", a quien conocía desde principios de los años noventa, dijo que era su "competencia" en el tráfico de drogas y aseguró que sabía que se relacionaba con Zouhier porque éste último le había dicho "personalmente que hacía cosas" con él.

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