Menú

SUPER FLUMINA BABYLONIS, por Víctor Gago

 

LD (Víctor Gago) A Leonardo Boff no le ha costado que le sigan como a un profeta en un Madrid que huye de la demagogia en las elecciones, pero entrega las tribunas y los fondos públicos a los demagogos.
 
No hay más que pasearse por cualquiera de los campus, donde el tiempo parece congelarse entre exposiciones anti-imperialistas, acampadas contra la globalización y conferencias de Rigoberta Menchú.
 
A la hora en que el ex franciscano Boff –más hermanado que nunca a los lobos populistas– hablaba en la Casa de América, invitado por la agencia EFE, un centenar de manifestantes intentaron sin éxito cortar el tráfico en Cibeles, en protesta por la visita de Condolezza Rice.
 
Gritaban viejas consignas como "OTAN no, bases fuera" o "El pueblo unido, jamás será vencido", propalaban canciones de la propaganda sandinista por megafonía, enarbolaban banderas republicanas, soviéticas y cubanas y, algunos de ellos, vestían monos de color naranja como en las fotografías de Guantánamo.
 
Probablemente, el propio Boff se habría unido a ellos si hubiese sabido de su "grito de los oprimidos" –como llama el teólogo brasileño a la mínima algarada, a condición de que sea contra la Iglesia Católica, Occidente, el capitalismo, los Estados Unidos, o contra todo eso a la vez–, pero le esperaba otra expresión de "democracia participativa, social y popular" de la que se siente apóstol.
 
Unas mil personas habían formado una "asamblea" en Entrevías, junto a la llamada "parroquia roja" de San Carlos Borromeo, para escucharle consignas muy aplaudidas como: "Una Iglesia que dice que fuera de la Iglesia no hay salvación, es una Iglesia que no tiene salvación", o como: "No necesitáis licencia de nadie para reuniros aquí y celebrar la comunión con Jesús vivo. Vuestra referencia principal es el Evangelio, no la Iglesia, el Papa o las autoridades".
 
Con el vecindario, se mezcló el concejal socialista Pedro Zerolo, protagonista, esta misma semana de un roce diplomático con Polonia por su propuesta de expulsar a este país de la UE debido a una política educativa y sexual que no es la que el secretario de Movimientos Sociales del PSOE cree que debe tener un Estado de la Unión homologado en "valores cívicos y republicanos".
 
La asamblea se celebró en una plaza de tierra, entre anuncios de Javier Baeza y Enrique Castro, los curas de San Carlos Borromeo, de preparar 1.500 bocadillos, un "bailoteo" y una paella gigante para "continuar en los próximos días con la resistencia" al cierre que el Arzobispado de Madrid ha decretado para los actos litúrgicos. El centro continuará prestando ayuda a los más necesitados del barrio, una misión en la que, según la Iglesia, ha llevado a cabo una labor "ejemplar".
 
Leonardo Boff –Brasil, 1938, bautizado como Genesio Darcí, de padres emigrantes sicilianos– ha traído a Madrid su bagaje de viejas ideas fallidas o directamente siniestras, levemente retocadas, eso sí, con nuevas máscaras humanistas para poder seguir engañando a la gente, particularmente a los pobres, las primeras víctimas de la Teología de la Liberación.
 
¿Dónde en la Europa de hoy, sino en el reducto de populismo y mentiras de Estado que es la España de Zapatero, lo antiguo y reaccionario de la colectivización socialista iba a tener la acogida institucional y el cultivo mediático del que ha gozado un experto demagogo como Boff?
 
Sigue pensando, como cuando empezó a teorizar sobre la Teología de la Liberación, que "sólo cambiando la realidad, es posible hacer presente el Reino de Dios en la Tierra". Cambiemos el mundo para cambiar los corazones: una vieja idea de Ignacio de Loyola puesta por los teólogos de la liberación al servicio de la ingeniería social marxista y sus experimentos más sanguinarios.
 
Ahora abjura del marxismo: "Es una calumnia considerar a la Teología de la Liberación como un sub-capítulo del marxismo", dijo este viernes en la Casa de América, en un acto organizado por la agencia EFE, donde se censuraron todas las preguntas sobre la falta de libertad en Cuba.
 
Pero basta con un examen de las corrientes superficiales de su nuevo lenguaje,  de su esperanza en la teología de los nuevos lobbies sociales, la "teología ecologista", la "teología indigenista", la "teología feminista"  la "democracia popular social y participativa", encarnadas, a su juicio, en el Brasil de Lula, la Venezuela de Chávez y la Bolivia de Morales, para darse cuenta de que su "opción por los pobres" sigue anclada en las fracasadas fórmulas del colectivismo y el poder omnímodo del Estado para confiscar y repartir la riqueza, anular la libertad y reducir a las personas a esclavos.
 
Marxista sedicente en el fondo, Leonardo Boff se ha vuelto, en las formas, un apóstol de la "democracia participativa con elementos místicos". 
 
Se trata de aprovechar la energía de las "nuevas redes sociales" de presión –ecologistas, los sin tierra, feministas, gays y lesbianas de izquierdas, anti-globalizadores,...– y de la religión popular. Marxismo de nueva generación que ha comprendido que no hay que proscribir la religión, sino ponerla al servicio de la nueva sociedad.
 
El experimento ya se está aplicando en Venezuela y en Cuba, donde encuentra más resistencia porque los católicos y su Iglesia conocen el lobo que hay bajo la piel del cordero y saben lo que es ser perseguidos por causa de la fe.
 
Por no mencionar la paradoja a la que conduce el ideal de una religión sometida al designio revolucionario, pues en Iberoamérica, Boff es azote de la Iglesia Católica Romana, mientras en China destaca por apoyar a la Iglesia Patriótica, el engendro del Partido Comunista Chino para tener controlados a los católicos, mientras se ensaña con los católicos obedientes a Roma.
 
Para la teología de la Liberación, el único oficialismo legítimo es el del Estado revolucionario.
 
El itinerario de Boff y demás profetas de la liberación recuerda el cautiverio de los israelíes del Antiguo Testamento en Babilonia.
 
Las imágenes del Salmo 137, en el que los hijos de Sión aparecen llorando amargamente "super flumina Babylonis" –"encima de las corrientes de Babilonia"– por la tierra lejana, de la que han sido arrebatados, son las imágenes del ex franciscano brasileño suspirando en la España de Zapatero por el paraíso revolucionario.
 
Encima de las corrientes de Babilonia, "colgué en los verdes sauces/ la música que llevaba /poniéndola en esperanza/ de aquello que en ti esperaba", escribe San Juan de La Cruz a partir del mito bíblico de Super flumina Babylonis.
 
Hoy sabemos, por esas corrientes superficiales, que Jesús no murió para hacer libres a los hombres, sino "por un conflicto político-religioso", según  Leonardo Boff.  Nada más acorde a la Ley de Memoria Histórica.

Temas

En Sociedad

    0
    comentarios