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Stiglitz a LD: "Nos dijeron que Irak costaría 60.000 millones y ya va por 400.000"

Es posible dirigir una globalización "más justa". A esta idea ha consagrado Joseph E. Stiglitz sus libros más populares, El malestar en la globalización –2002- y Cómo hacer que funcione la globalización –2006-. Ahora insiste en que hay que dar más poder a las instituciones multilaterales para ingeniar un comercio mundial favorable a los países en desarrollo. El Nobel ha intervenido en el foro anual de la Fundación Atman y LIBERTAD DIGITAL formó parte de un reducido pool de Prensa que conversó con él sobre su nuevo libro, Comercio justo para todos.

Es posible dirigir una globalización "más justa". A esta idea ha consagrado Joseph E. Stiglitz sus libros más populares, El malestar en la globalización –2002- y Cómo hacer que funcione la globalización –2006-. Ahora insiste en que hay que dar más poder a las instituciones multilaterales para ingeniar un comercio mundial favorable a los países en desarrollo. El Nobel ha intervenido en el foro anual de la Fundación Atman y LIBERTAD DIGITAL formó parte de un reducido pool de Prensa que conversó con él sobre su nuevo libro, Comercio justo para todos.
LD (Víctor Gago) El núcleo de su nuevo libro –escrito conjuntamente con Andrew Charlton, investigador de la London School of Economics– lo constituye un informe por encargo de la Commonwealth que trata de responder a dos preguntas: "¿Cómo sería una verdadera Ronda del Desarrollo?"  y  "¿Qué clase de ayuda deberían proporcionar los países industriales avanzados a los países en desarrollo?".
 
BASES PARA UNA "AGENDA DEL DESARROLLO"
 
Fiel a su ideal de una gobernanza mundial capaz de regular con equidad los intercambios de la globalización, Joseph E. Stiglitz analiza los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) por su "desigual" impacto en los países desarrollados y en los países en desarrollo.
 
Somete la Ronda de Doha (2001) a una evaluación exhaustiva, de la que concluye que la agenda de liberalización del comercio mundial está equivocada y las promesas de los países ricos a los pobres no se cumplen.
 
Stiglitz y Charlton proponen nuevas prioridades que trascienden el consabido apremio a los países desarrollados para que supriman las subvenciones a la agricultura.
 
Una auténtica "Ronda del Desarrollo" incluirá, además, la liberalización de las migraciones y los servicios intensivos en mano de obra no especializada; el acceso ilimitado a las patentes de los medicamentos "que salvan vidas"; una regulación arancelaria "asimétrica" y adaptada a los intereses proteccionistas de cada país en vías de desarrollo; restringir las zonas de baja tributación y las ventajas fiscales a la inversión extranjera; derribar barreras no arancelarias –fitosanitarias, anti-dumping,...–en los países desarrollados mientras se "garantiza que los países en desarrollo puedan subvencionar" a sus "industrias incipientes"; prohibir la venta de armas; o constituir una gendarmería mundial del comercio con capacidad de sancionar "monetariamente" a los países que incumplan los acuerdos.
 
El modelo que se perfila en la ingeniería de Stiglitz es el de una globalización férreamente gobernada por burocracias multilaterales, que presumiría una "liberalización asimétrica" y tendenciosa del comercio a favor de los países pobres, mientras sometería a los ricos a más restricciones para innovar, mover capitales, negociar con la mano de obra, establecer acuerdos regionales –tipo NAFTA–, sectoriales o bilaterales, o reducir impuestos a la inversión.
 
UN ÍDOLO DE LA OPINIÓN PROGRESISTA
 
Para Stiglitz, "la asimetría ya existe a favor de los países ricos, es producto de unas Rondas del Comercio mundial equivocadas o incumplidas,  y es una de las razones de que la globalización no esté funcionando", según argumenta, durante un encuentro que el grupo editorial Santillana ha organizado con un selecto pool de Medios de Comunicación integrado por La Razón, Expansión, La Gaceta de los Negocios, la agencia pública EFE y LIBERTAD DIGITAL.
 
El Nobel de Economía, catedrático de la Universidad de Columbia y ex asesor de Bill Clinton, ha intervenido el pasado viernes en el foro de la Fundación Atman sobre el "diálogo de civilizaciones".
 
La popularidad de Stiglitz es comparable a la de Al Gore o Michael Moore, según ha quedado patente durante su apretado programa en Madrid. Como aquéllos, se ha convertido en un icono proveedor del consenso favorito de los Medios: la mitología contra el capitalismo global.
 
Stiglitz es un ídolo entre el llamado "cuarto sector" de las ONG, redes contra la globalización y nuevos formatos del viejo anti-americanismo a la europea.
 
Su conferencia para la Fundación Atman desbordó las expectativas de asistencia, y su encuentro posterior con un reducido grupo de periodistas estuvo presionado por fans agolpados al otro lado de la puerta y pidiendo entrar.
 
NUEVA AGENDA Y MÁS MULTILATERALISMO
 
La idea fuerza de su nuevo libro, Comercio justo para todos, es convertir las Rondas de la OMC en "auténticas Rondas del Desarrollo", con nueva agenda y más poder en manos de los organismos multilaterales.
 
Habla de "reequilibrar" los objetivos de la liberalización comercial.
 
"Actualmente, los aranceles de los países más desarrollados son cuatro veces mayores que los de los países en desarrollo. Por otro lado, el hecho de que las negociaciones se hayan centrado en la liberalización de capitales y no en la de mano de obra ha aumentado el poder de negociación del capital sobre el factor trabajo. Cuando la negociación no es satisfactoria para sus intereses, el capital amenaza con la deslocalización", explica el profesor Stiglitz.
 
Se necesitan, a su juicio, nuevas premisas en las rondas de la OMC, para que éstas sean consideradas "Rondas del Desarrollo" y no simples acuerdos comerciales.
 
"Cualquier acuerdo debería ser evaluado en términos de su impacto sobre el desarrollo", sostiene.
 
En segundo lugar, "cualquier acuerdo debería ser justo" y "a cualquier acuerdo debería llegarse de manera justa", de ahí la necesidad de organismos multilaterales "fuertes, transparentes y democráticos", desde su punto de vista.
 
Por último, "la agenda debería estar limitada a las cuestiones relacionadas con el comercio y orientadas al desarrollo".
 
Stiglitz está convencido de que es preciso sustituir la asimetría de hecho en la que, a su juicio, se basan los actuales acuerdos de la OMC, por una asimetría forjada políticamente para "favorecer el desarrollo".
 
"Hay que modificar el principio de reciprocidad plena de los acuerdos comerciales y reconocer que los países en desarrollo están en una posición de partida diferente", opina el antiguo vicepresidente del Banco Mundial.
 
"Si Estados Unidos subvenciona la agricultura, los efectos de esta política son planetarios. En cambio, si un país pequeño lo hace, puede ser una buena o mala política, pero no tendrá efectos planetarios", argumenta, antes de señalar que "muchos economistas opinan que quizá sería deseable que estos países disfruten de una protección temporal, hasta que lleven a cabo los ajustes internos necesarios para adaptarse a un comercio global en condiciones de auténtica competitividad".
 
PROTEGER LA SOBERANÍA DE LOS PAÍSES EN DESARROLLO
 
Stiglitz pone otro ejemplo de asimetría perversa que debe ser corregida por una auténtica Ronda del Desarrollo: la protección a las inversiones extranjeras en los acuerdos bilaterales y regionales, suscritos al margen de la OMC.
 
"Con la excusa de proteger las inversiones extranjeras, se otorga al capital un poder para presionar muy superior al de los legítimos gobiernos nacionales. Así", ejemplifica, "el Capítulo 11 del NAFTA –tratado de libre comercio de América del Norte– estableció una salvaguarda de las operaciones de los Estados Unidos contra el riesgo de expropiaciones en México. A la hora de la verdad, el Capítulo 11 va mucho más allá, como se demostró en el caso de un Estado mejicano que decidió que era ilegal que una empresa de Estados Unidos establecida en la zona crease una planta de tratamiento de residuos anexa a su planta de producción. La empresa dijo: nosotros compramos el suelo para usarlo. Estados Unidos invocó el Capítulo 11 y Méjico tuvo que indemnizar. Cientos de millones de dólares se han gastado en casos como este contra la soberanía nacional de los países en desarrollo".
 
Stiglitz opina que el error de las Rondas comerciales es haber concebido los intercambios mundiales en un contexto arquetípico de "pleno empleo, competencia perfecta y perfectos mercados de riesgo y de capitales", sobre el que, a su juicio, se elaboran los modelos y estimaciones de la economía clásica. Pero el "equilibrio general" idílico no se da en la realidad, con lo que, para Stiglitz y otros neo-keynesianos, se justificaría la entrada en acción de una gobernanza "correctora", antes a escala nacional y ahora, con la globalización, de dimensión planetaria.
 
EL "CASO WOLFOWITZ", PIEDRA DE TOQUE
 
Para  Stiglitz, una de las claves del éxito de su "Ronda del Desarrollo" es identificar correctamente el "el contexto de los países en desarrollo".
 
Pero en su análisis brillan por su ausencia factores del "contexto" como la corrupción, la falta de libertad o la existencia de Estados que hospedan o financian el terrorismo, factores que nada tienen que ver con la pobreza producto de una "injusta" globalización.
 
Y LIBERTAD DIGITAL le pregunta por esta carencia, después de una dura crítica del profesor a la corrupción de la Administración Wolfowitz en el Banco Mundial.
 
"¿Qué autoridad moral tiene el Banco Mundial para exigir buen gobierno a los países beneficiarios de la ayuda al desarrollo cuando ni siquiera ha sido capaz de elegir a la persona más competente y honesta para presidir su propia organización?", se pregunta Stiglitz, haciéndose eco de la polémica por la contratación de la novia de Wolfowitz como técnico del Banco Mundial.
 
"No es comparable la detección de casos de supuesta corrupción en sistemas que tienen contrastados mecanismos para depurarlos –un sistema judicial independiente, una Prensa libre, un Parlamento que controla al Gobierno,...– a la corrupción institucionalizada en muchos países con regímenes tiránicos que aspiran a hacerse con los fondos de ayuda al desarrollo o a romper bloqueos comerciales sin ofrecer ninguna reforma a cambio. De hecho, el señor Wolfowitcz ha dimitido, pero Corea del Norte, desbloqueada y financiada por la Administración Clinton a la que Usted asesoró, se ha convertido en una amenaza a la seguridad mundial", objeta LIBERTAD DIGITAL.
 
"Mi crítica a la legitimidad del Banco Mundial o de la Administración Bush cuando exigen buen gobierno a los demás no es por el hecho de que Wolfowitz haya podido ser deshonesto, sino porque cabe preguntarse si es la persona más competente para ese cargo. ¿Es el arquitecto de la guerra de Irak, sobre la que existe un amplio consenso de que ha sido un desastre, la persona más competente para dirigir el Banco Mundial? Sabemos que las afirmaciones que se hicieron para justificar la intervención militar eran erróneas. ¿Fue por incompetencia o por mentiras, o por todo a la vez? No había armas de destrucción masiva, y tampoco evidencias de conexión entre Al Qaeda y Saddam. También sabemos que lo que dijo la Administración Bush sobre el coste de la guerra  se ha revelado totalmente erróneo. Nos dijeron  que la guerra costaría 60.000 millones de dólares, y su coste ya va por los 400.000 millones y alcanzará un coste total de entre 1 y 3 billones de dólares cuando regresemos a casa, según estimaciones muy razonables. O mentían o eran incompetentes, o ambas cosas. Por eso cuestiono al autoridad moral del Gobierno de mi país y del Banco Mundial para exigir a los demás buen gobierno".
 
"CONSENSOS" Y EVIDENCIAS
 
LD le había expuesto, además, que algunos de los "consensos" en los que descansan los estados de la Opinión planetaria, como el del "desastre de Irak" o el de un "calentamiento global" apocalíptico, son ideas fijas promovidas por la Academia y los Medios progresistas, aprovechándose de su abrumador dominio de los canales institucionales por los que circula el conocimiento.
 
"En la comunidad científica no hay unanimidad para casi nada", concede Stiglitz.
 
"Pero, en el caso del calentamiento global, hay desde hace diez años mucho más consenso que en cualquier otro campo de la ciencia, en el hecho básico de que los casquetes polares se están derritiendo y la temperatura del planeta aumenta anómalamente como consecuencia del efecto invernadero provocado por un aumento en las emisiones de CO2 a la atmósfera. Hay evidencias científicas suficiente para llegar a esa conclusión, como también del hecho de que el proceso se puede paliar significativamente, e incluso revertir, si reducimos esas emisiones. No se trata de opiniones, sino de hechos".
 
Stiglitz retoma el caso Wolfowitz para cuestionar la facultad de Estados Unidos de designar al presidente del Banco Mundial.
 
"Será porque es el país que más fondos aporta a la ayuda al Desarrollo. ¿No lo haría Usted, si se jugara su dinero? ¿No querría tener a alguien de su confianza administrándolo?", le pregunta LD.
 
"El problema", opina el profesor Stiglitz, "es que Bush no tiene la confianza de los norteamericanos, no tiene su apoyo. Después de haberse equivocado con Wolfowitcz, el arquitecto de la guerra de Irak, el responsable de los contratos de Defensa adjudicados a Halliburton sin concurso público, ¿por qué debe tener derecho a elegir, de nuevo, al siguiente presidente del Banco Mundial?"
 
GRAVAR LA CIRCULACIÓN DE CAPITALES
 
LIBERTAD DIGITAL le pregunta, apurando el límite de tiempo que se nos ha concedido, por su modelo de asistencia financiera a los países en desarrollo. En Comercio justo para todos, Joseph E. Sitligtz y Andrew Charlton defienden que las ayudas formen parte de las prioridades de la "Agenda del Desarrollo", al mismo nivel que las restricciones a la inversión directa extranjera o la supresión de las zonas de baja tributación y de los incentivos a la acción directa de las empresas globales en países del Tercer Mundo.
 
El nuevo equilibrio de la globalización que postulan Stiglitz y Charlton apuesta por el libre movimiento de mano de obra no cualificada y toda las trabas posibles al movimiento de capitales. ¿Mediante un impuesto o tasa específica?
 
"Incluso el FMI", comenta Stiglitz, "está de acuerdo en que la liberalización de los flujos de capital no ha aportado beneficios a los países en desarrollo. Ni crecimiento ni estabilidad. Ahora conmemoramos, precisamente, el décimo aniversario de la llamada crisis asiática. Y no estaría de más recordar que uno de los factores que la provocó fue el hecho de que el dinero entró y salió a toda velocidad. Los países que han impuesto tasas a la entrada de capitales a corto plazo quizá hayan podido sortear este tipo de inestabilidad, hasta cierto punto. En general, soy partidario de aplicar el principio de que es bueno poner impuestos a cosas que tienen externalidades negativas. Así, por ejemplo, es mejor gravar la polución que el ahorro de los trabajadores. Y hay razones para pensar que estos flujos de capitales pueden generar efectos externos negativos. Ahora bien, también hay otro principio de política tributaria que conviene no olvidar. Y es aquel que dice que si un impuesto puede evadirse, es un mal impuesto. El debate, por lo tanto, es si es posible imponer una tasa al flujo de capitales especulativos que sea realmente eficaz".
 
La jefa de Prensa de Santillana avisa de que el "Señor Stiglitz tiene que atender a otro compromiso". Se le ha echado el tiempo encima, después de casi dos horas de hábil argumentación frente a las objeciones e impugnaciones racionales que suscitan algunas de las ideas y premisas de su pensamiento.
 
Cordial, apasionado, infatigable y disciplinado con la agenda que le han marcado sus anfitriones españoles, va a perderse por los pasillos enmoquetados del hotel, guiado por un pequeño séquito que le dirige como a una estrella del pop, sólo que, en vez de ropa cara y displicencia, Stiglitz arrastra unos rudos zapatos de goma mal acordonados y no se apea de una afable sonrisa del profesor al que aún le ruboriza tener que suspender a sus alumnos.
 
(Ejemplar de la primera edición española de "Comercio justo para todos" [Taurus, 2006], dedicado por el profesor Joseph E. Stiglitz a los lectores de LIBERTAD DIGITAL)

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