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Bruselas debate un complicado tratado para el funcionamiento de la UE

La presidencia alemana en turno de la UE encabeza los trabajos de una cumbre complicada en Bruselas para acordar un nuevo "Tratado de reforma", sin "carácter constitucional". El reparto de poder y las posturas contrarias del Reino Unido y Polonia son los dos principales obstáculos para el futuro funcionamiento comunitario.

La presidencia alemana en turno de la UE encabeza los trabajos de una cumbre complicada en Bruselas para acordar un nuevo "Tratado de reforma", sin "carácter constitucional". El reparto de poder y las posturas contrarias del Reino Unido y Polonia son los dos principales obstáculos para el futuro funcionamiento comunitario.
LD (EFE) La primera jornada de la complicada cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que se abre este jueves en Bruselas se centrará en sortear los escollos que para el "Tratado de reforma" suponen las posturas contrarias del Reino Unido (sobre la política exterior común y la Carta de Derechos Fundamentales) y Polonia (con su oposición al mecanismo de voto por mayoría cualificada). "Los Veintisiete" tratan de acordar las reglas para reformar el funcionamiento comunitario.
 
La presidencia alemana en turno, que pretende preservar lo máximo posible de la fallida Constitución europea, ha ofrecido hacer concesiones a los países más escépticos, como Reino Unido, Países Bajos y República Checa. Más al extremo, Polonia amenaza con vetar cualquier compromiso si no se modifica el sistema de toma de decisiones por doble mayoría de Estado y población, que a su juicio le perjudica y beneficia desproporcionadamente a Berlín.
 
Referencia cristiana
 
Alemania, en cambio, subraya que veinticinco socios respaldan el sistema de doble mayoría basado en un 55 por ciento de los Estados miembros que incluya al menos a quince de ellos y que reúna, como mínimo, el 65 por ciento de la población europea. Dos delegaciones la rechazan (Polonia y la República Checa). Según analistas comunitarios, la negociación se reduce al país que más ganaría con ese sistema incluido en el nuevo tratado (Alemania) y el que más pierde (Polonia).
 
Varsovia ha propuesto como alternativa que el reparto de poder se calcule de acuerdo con la raíz cuadrada de la población, un sistema que aumentaría el poder de veto de Polonia pero reduciría sustancialmente el de Alemania. Para aumentar la tensión, las autoridades polacas exigen que el tratado debe hacer referencia a los valores cristianos o a Dios.
 
Fuera el carácter constitucional
 
Las delegaciones discutirán y tendrán que pronunciarse sobre la base de un documento de once páginas de gran complejidad técnica y jurídica que fue presentado en la tarde del martes por la presidencia alemana. Incluye los doce puntos que España y Francia presentaron a los demás socios comunitarios el pasado domingo para preservar la esencia del tratado constitucional, incluso si pierde ese nombre y pasa a ser una reforma tradicional de tratados anteriores.
 
El objetivo de la canciller germana Angela Merkel es que los líderes pacten durante la cumbre los temas más polémicos que siguen abiertos -alrededor de una quincena- y que a continuación se convoque una Conferencia Intergubernamental (CIG) que se dedique únicamente a las cuestiones técnicas. El Tratado simplificado se firmaría a finales de año o principios de 2008 y los Estados miembros tendrían de tiempo para ratificarlo hasta las elecciones europeas de primavera de 2009.
 
El "superestado"
 
El documento germano previo deja en claro que el nuevo "Tratado de reforma" "no tendrá un carácter constitucional" que sustituya a todas las normas anteriores. Contendrá, en cambio, dos cláusulas para modificar, respectivamente, el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, que a partir de ahora pasará a llamarse "Tratado sobre el funcionamiento de la UE".
 
La propuesta alemana no incluye la palabra "Constitución", no tiene ningún artículo que hable de los símbolos europeos (bandera, himno o divisa), establece que el ministro de Asuntos Exteriores no llevará más ese nombre, y propone que se deje de hablar de "ley" o "ley marco" europea. Mantendrá las denominaciones actuales de "reglamento", "directiva" o "decisión". Con ello se trata de evitar la impresión de que la UE vaya a convertirse en un "superestado".

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