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Daniel Rodríguez Herrera

Los ordenadores no predicen el calentamiento

Las noticias sobre el calentamiento global o cambio climático, como gusta llamarlo ahora, me asombran por el enorme convencimiento de los periodistas de la verdad de las opiniones ecologistas. Se da por sentado su existencia en los titulares, pese a que los científicos consultados se muestras más cautos, negando categóricamente en algunos casos ninguna relación entre ese supuesto cambio del clima y las inundaciones recientes en el centro de Europa.

En realidad, la teoría del calentamiento no podría pasar por la prueba del algodón de la ciencia, el falsacionismo popperiano. Dicho de otra manera, según los ecologistas, el calentamiento existe sin lugar a dudas y todas las pruebas lo corroboran, aún cuando suenen contradictorias entre sí. Tanto si hay sequía como inundaciones, tanto si hace frío como calor, la culpa es siempre del calentamiento. Sólo se aceptan las mediciones de temperatura que corroboran la tesis, se escogen los rangos temporales que muestran ese incremento, despreciando otros más amplios que parecen contradecirlo. Y así podríamos seguir durante páginas y más páginas.

Pero lo que más me irrita como informático es que se aluda como sustento teórico los modelos de clima simulados por computadora. De hecho, la causa de la alarma son los resultados de las predicciones de dichos modelos. Y no sé por qué razón, generalmente se aceptan esas conclusiones como verdad casi absoluta y eterna.

Los ordenadores no piensan solos. Lo único que realizan son cálculos a partir de los datos suministrados por el hombre con fórmulas matemáticas creadas por el hombre. Si los datos son erróneos o incompletos o las matemáticas no reflejan correctamente el modelo a simular (en este caso, el clima), los resultados fallan, por muy potente que sea la computadora. Por ello, los expertos procuran comparar los resultados de la aplicación de esos modelos matemáticos con los datos que poseen.

Hasta ahora no se ha encontrado ningún modelo que refleje adecuadamente los datos. Y es normal, pues resulta enormemente complicado reflejar todos los factores que afectan al clima. Y, entre ellos, los relacionados con el “efecto invernadero”. Se olvida con frecuencia que el 98 por ciento de los gases que lo provocan es vapor de agua. El CO2 es un porcentaje minúsculo. Su incidencia en el clima depende casi más que de él mismo, de las interacciones con los demás gases, especialmente con el vapor de agua.

El modelo que se emplea actualmente para crear la alarma predice que doblar la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera subiría cuatro grados la temperatura de la misma. Los ordenadores así programados ofrecen, por supuesto, panoramas desoladores a pocos años vista. Sin embargo, se oculta cuidadosamente que en los últimos cincuenta años, con un incremento del CO2 de alrededor del 50%, la temperatura ha subido menos de medio grado, cuando debería haber subido dos.

Desconfíen de los científicos que muestren como prueba de sus teorías resultados ofrecidos por computadoras. Estas complicadas calculadoras sólo ofrecen aquello que se les ha programado para ofrecer, según las premisas y los datos que se les introducen. Es la realidad la que nos permite aceptar o falsar esos resultados. No son, pues, las máquinas las que predicen el calentamiento, sino quienes las programan. Ustedes sabrán si se fían de ellos o no.

Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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