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Federico Jiménez Losantos

Zapatero y el Rey de los otros

Pero por lo visto, ZP no se siente a gusto con el Rey de los otros y sueña con traer la república de los unos

Talante, no sé, y talento, quién sabe, pero sectarismo de la peor condición, guerracivilismo de baja estofa y cainismo hasta decir basta le sobran a Zapatero. Es superior a sus fuerzas: cuando no es por la mañana es por la tarde y cuando no en Madrid en Barcelona, o en León, o donde sea. Empezó desenterrando muertos en su tierra y quiere convertir a España en la noche de los muertos vivientes. La forma de recordar ZP los setenta años del sangriento golpe de Estado de su partido, el PSOE, contra la legalidad republicana, verdadero origen de la guerra civil por ellos buscada y, afortunadamente, perdida, ha sido decir que la gran novedad de su Primer Desfile de la Victoria (con el 11-M de por medio, no se olvide) es el desfile de los republicanos, porque “los otros, de una forma u otra, ya desfilaban”.
 
No puede encontrarse una fórmula más requintada de guerracivilismo. Decir a estas alturas “los otros” para referirse a la mitad de los españoles es cavar las trincheras de la guerra civil, o tratar de ganarla setenta años después de empezar a perderla. Y esto se hace desde la Presidencia del Gobierno del Reino de España. Y esto se dice a la prensa en la recepción que da el Rey después del desfile militar del 12 de octubre. El Rey, que por lo visto no ha dirigido la transición a la democracia, no la ha defendido frente al golpismo y al terrorismo, que no se ha mostrado siempre cariñosísimo con los gobiernos de izquierda y mucho menos cariñoso con los de la derecha, véase Suárez, véase Aznar. De creer a Zapatero, la recepción en Palacio la convocaba el Rey de los otros, de los que siempre desfilaban “de una u otra forma”, mientras él, culiparlante parlamentario, silente cuando el GAL y la infinita corrupción de su partido en el Gobierno, guardaba en su corazoncito sectario una infinita nostalgia de la República de los unos. De los hunos, diría Unamuno.
 
El Rey fue designado sucesor por Franco a título de Rey, jefe de los Ejércitos de España y después de traer la democracia junto a la gran mayoría franquista, o sea, a “los otros” fue abrumadoramente votado por los españoles como Jefe del Estado en la monarquía constitucional, bien es verdad que con el voto republicano del PSOE en contra. Pero por lo visto, ZP no se siente a gusto con el Rey de los otros y sueña con traer la república de los unos. Dentro de unos días, en el homenaje barcelonés al golpista Companys, nos dará seguramente más detalles de su proyecto de Estado. ¿Será con checas o sin checas? ¿Esta es el “ansia infinita de paz” de la que presumía en su discurso de investidura? ¡Pues vaya con el talante! Más que al de Besteiro recuerda al de Largo Caballero, el “Lenin español”. ¿Y a quién quiere hacer ZP Presidente de la III República? ¿A Carod o a Maragall? ¿A Polanco o a Cebrián? Permaneceremos atentos al parte de la SER o al telediario de la Uno. Que, obviamente, ya no es de los otros.
 

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