Poco ha tardado en recuperarse de la humillación que el PP, desde la dirección a las bases, le infligió en su asalto al PP de Madrid y su reto al liderazgo de Rajoy. Nunca ha sido tan aplastantemente rechazado dentro de la derecha un proyecto como el que el alcalde de Madrid y su mascota Cobo pretendieron fletar a costa de Esperanza Aguirre pero con la evidente intención de sabotear la dirección nacida del Congreso popular para presentarse como alternativa a Rajoy en la primera derrota. Un mes ha estado lamiéndose las heridas, pero, por lo visto, ya ha terminado de curarse. Qué lástima. Con lo bien que estaba de convaleciente.
Gallardón ha vuelto a la luz con dos actos públicos que revelan su condición de irrecuperable para presentar una alternativa al PSOE y para representar algo en el PP. En uno, acudió a arropar, no sabemos si en condición de meritorio o de notario, a Jesús de Polanco, cómo no, que ha sido distinguido por el gobierno corrompido y antiamericano de Chirac como capitoste de la Legión de Honor. A continuación, se ha despepitado en elogios al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, del que ha dicho que representa “una izquierda nueva”, al tiempo que criticaba a la “derecha vieja”, de “planteamientos ultraliberales”. Contra esa cosa atroz, Gallardón se ha proclamado a sí mismo creador de un discurso de “derecha nueva”, obviamente paralelo a la novedad zapateril.
Realmente hay que ser muy miserable para seguir como palmero del hombre cuyo inmenso imperio mediático dedica las veinticuatro horas del día (y de la noche) a injuriar a su partido, si es que el PP es algo suyo, que lo dudamos. Como el Partido ha demostrado que no lo quiere ni ver y como está claro que él no quiere a su partido, quizás lo más conveniente para ambos es que se fuera al PSOE, aunque le sería menos útil dentro que fuera en su sórdida misión política: erosionar al PP. Que después de la última hazaña desinformativa de Polanco, la manipulación de grabaciones de presos etarras para insultar al PP y sabotear la tarea de investigación del 11-M que lleva a cabo “El Mundo”, Gallardón sea el invitado especial de su ceremonia de condecoración chiraquiana, constituye un sentido homenaje a Vellido Dolfos decorable por Pascua Ortega.