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No se sabe bien --si excusamos los efectos del Alzheimer-- por qué razón se empeña Arzallus en recordarnos una y otra vez la Guerra Civil y en pedir que la condene un Parlamento, una legalidad y una nación en los que no cree y a los que combate. En rigor, el mussoliniano jelkide está tirando piedras contra su tejado, porque si ETA, como dice, o sea, como miente, nace del franquismo, y Arzallus ha terminado por ir del brazo con ETA en ese proyecto totalitario y genocida que es el Pacto de Estella, lo que debería pedir es una moción de agradecimiento público al 18 de Julio por ayudar al naciminento de su principal socio estratégico, de su alma gemela en la construcción de la Gran Euskalerría. Si gracias a Franco existe ETA y gracias a ETA puede Arzallus recoger las nueces del árbol que sacuden los etarras, lo correcto sería que Arzallus se pusiera una placa a Franco y una calle al General Mola.

Es habitual que los hijos quieran romper con sus padres en el período adolescente. Un cargo político franquista como fue el padre de Arzallus --alcalde carlista-- podría cosechar la inquina de su vástago y la cosa no tendría mayor importancia. Pero Arzallus ya no es un niño. Más bien empieza a padecer mentalmente los estragos de la edad. Al pretender, una vez más, condenar el Alzamiento contra el Gobierno del Frente Popular en 1936, consecuencia del alzamiento del 34 contra el gobierno legal republicano por parte de los socialistas y los nacionalistascatalanes, Arzallus no sólo está manipulando la Historia de forma cainita. Está condenando también a todos los carlistas --su padre lo era-- que se agruparon en el Requeté y cantando el Oriamendi se lanzaron a la Cruzada. El propio PNV participó en el Alzamiento al lado de los tradicionalistas en Navarra y Vitoria.

De manera que lo correcto sería que el PNV de Vizcaya y Guipúzcoa censurase con sesenta y seis años de retraso la conducta de sus camaradas alaveses y navarros. Pero, en fin, si lo que quiere es condenar retrospectivamente la violencia, debería comenzar por el alzamiento carlista contra la monarquía liberal y parlamentaria en 1834, un siglo antes de lo de Franco, Mola y la mitad de la familia política de Arzallus. Y terminar rompiendo con ETA y el Pacto de Estella. Lo peor de la historia de España se sintetiza ahí, en Estella, incluído el guerracivilismo abyecto que cultiva Arzallus.

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