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Eduardo Pedreño

La ICANN se hace tribal

Vascos, gallegos, independentistas del Bierzo, bretones, corsos, norteños italianos, sicilianos (¿punto “mafia”?), escoceses, etc…. Si lo tienen los catalanes, porque no lo vamos a tener, por ejemplo, los cartageneros

Hoy hemos recibido la noticia que los internautas llevábamos años esperando. El aldabonazo definitivo para el despegue de la sociedad de la información en España. Una iniciativa promovida y apoyada por los gobiernos de Cataluña y España que contribuirá a cambiar nuestro modo de vida en la Red. ¿Qué es? ¿Tal vez acceso gratuito y libre a Internet de banda ancha para todos los españoles? ¿La exención de impuestos para el comercio electrónico, al estilo americano? ¿Un plan nacional de desarrollo de la sociedad de la información? ¿Promoción gubernamental del contenido español en Internet? No. Hoy la ICANN ha aprobado el dominio punto “cat”. La comunidad internauta mundial está henchida de gloria.
 
Hace meses, cuando comencé mi colaboración con Libertad Digital, escribí un artículo en el que dejaba clara mi postura, no ya sobre el punto “cat”, sino sobre cualquier dominio que se rebaje a niveles tribales o nacionalistas. Reconozco que si por mí fuera no habría ni siquiera dominios nacionales y, si la fuerza de lo local es tan irresistible, tanto mejor limitarla a los Estados. Naturalmente mi artículo fue malinterpretado, desde los indocumentados que sólo leyendo el titular me tomaron por un anticatalán de tomo y lomo (no lo soy, naturalmente) hasta los que, leyendo el contenido, fueron incapaces de comprender que yo no quería insultar sino ilustrar que una Internet tribalizada es la negación de Internet. Y descuiden ustedes porque no espero diferente trato de este artículo: mañana saldrán los ejemplares de turno tachándome de brazo ejecutor de la opresión del Estado español. Pero indocumentados hay en todas partes, en Cataluña, en Madrid y en Burkina Faso, así que mejor no desperdiciar líneas con ellos. Y el orgullo identitario tiene poco que ver con el nacionalismo político, base para aberraciones de todo signo como la que hoy comentamos.
 
La concesión del punto “cat” para la comunidad catalana es una mala noticia. Para Internet, para la ICANN y para la propia comunidad catalana. Para Internet y la ICANN porque hoy se ha abierto la puerta a que cualquiera pida su dominio de primer nivel y siga negando la universalidad de Internet y creando mundos aparte a partir de una rancia visión de la identidad nacional. Vascos, gallegos, independentistas del Bierzo, bretones, corsos, norteños italianos, sicilianos (¿punto “mafia”?), escoceses, etc…. Si lo tienen los catalanes, porque no lo vamos a tener, por ejemplo, los cartageneros, ciudadanos con una historia, tradición cultural e identidad (recordemos el cantón) bastante superior en muchos aspectos a la catalana. Ya me veo poniendo en marcha una petición por el dominio “.carta” para que los cartageneros podamos crear nuestro propio ghetto privado en la Red y reclamar desde ahí el agua que nos niegan los insolidarios de turno. La ICANN ha abierto la puerta al absurdo, a los dominios promovidos con interés político, a la tribalización del dominio y al esperpento de que lo que deberían ser dominios para todos se conviertan en algo para unos pocos.
 
Para la comunidad catalana en Internet esta también es una mala noticia. Van a tener un dominio minoritario, desconocido y marginal, van a encerrarse en un mundo endogámico y van a reforzar una visión restrictiva de la realidad universal de la Red. Promover este dominio fue un grave error… del que jamás serán conscientes. Para conseguir sus fines se han servido de la agitación política y de la fuerza aparente de un ideario nacionalista, que en Cataluña es muy fácil de confundir con el pensamiento único. Creerán que han ganado algo. Para mi gusto han perdido mucho.
 
Nada más conocerse la noticia he recibido dos mensajes en mi buzón que ejemplifican el efecto de este “triunfo nacionalista”. Uno es de Santi Mundi, uno de los impulsores del movimiento de recogida de firmas por el punto cat, un tipo que no titubeó a la hora de llamarme “estúpido” públicamente por mi artículo anterior (cuando se carece de razón el insulto es el recurso más a mano). El otro, un tipo anónimo que en su frase final resume toda la problemática en una sola frase: “VISCA CATALUNYA LLIURE!” (sic). Al final, ese es el único fin al que sirve todo esto.

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