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Daniel Rodríguez Herrera

Porkbusters

Aquí seguimos esperando que el Estado nos solucione la vida y quejándonos sin hacer nada. Allí trabajan tanto para labrarse su futuro como para ayudar a los demás. ¿Cómo no iba a ser más brillante y llena de iniciativas la blogosfera norteamericana?

En Estados Unidos, se denomina pork barrel (o pork, para abreviar) a los gastos federales que se emplean en proyectos muy concretos y locales, con el objeto de dar votos a legisladores cuya ayuda en otras votaciones se quiere agradecer. El nombre proviene de una fea costumbre de los esclavistas sureños, consistente en dejar rodar un barril lleno de cerdo salado en un barracón de esclavos y contemplar con alborozo cómo estos se abalanzan sobre él para comer lo que puedan. Un buen ejemplo reciente son los 223 millones de dólares logrados por el representante republicano de Alaska para construir un puente para que las 50 personas que viven en un pueblecito cerca de la “ciudad” de Ketchikan, de 8.000 habitantes, se ahorren los seis dólares del ferry para viajar a ésta.
 
Los políticos de Luisiana no son precisamente inocentes en esto. Pese a las quejas, tan generosa y acríticamente recogidas por nuestros medios de comunicación, de que Bush había recortado los fondos para las presas y por eso se había inundado Nueva Orleáns, lo cierto es que ese estado ha recibido durante el gobierno del republicano más fondos que nadie para infraestructuras; unos 1.900 millones de dólares, la mayoría de ellos para proyectos perfectamente calificables como pork.
 
En esto llegó Katrina, la devastación y la perspectiva de una costosísima reconstrucción. Bush aseguró que esto no implicaría un aumento de impuestos y que intentaría recortar gastos en otras áreas. Lo cierto es que su registro derrochador inspira poca confianza. Tan poca que la blogosfera se está organizando por su cuenta para presionar a los legisladores norteamericanos en un proyecto que han llamado Porkbusters liderados por Glenn Reynolds, el profesor liberal de derecho que posee la bitácora más influyente: Instapundit. La sociedad civil, aprovechándose de las facilidades de comunicación de la nueva era digital, está colaborando en la búsqueda del derroche en el presupuesto federal y la exigencia a sus representantes que renuncien a esos gastos en beneficio de los damnificados de Katrina.
 
El periodismo disperso tardará en Europa y España en tener el peso que tiene en la opinión estadounidense, si es que llega a tenerlo alguna vez, no por la diferencia de adopción de las nuevas tecnologías, sino por la diferencia entre una sociedad y otra. Aquí seguimos esperando que el Estado nos solucione la vida y quejándonos sin hacer nada. Allí trabajan tanto para labrarse su futuro como para ayudar a los demás. ¿Cómo no iba a ser más brillante y llena de iniciativas la blogosfera norteamericana?

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