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Jorge Valín

Desempleo máximo

Imagínese que el gobierno de turno impone un SMI que usted no se puede permitir. Evidentemente tendrá que despedir a uno de los dos chicos, a los dos o mantenerlos en la economía sumergida con el riesgo que esto supone para usted

España, más del 20% de la economía está sumergida, los jóvenes no encuentran trabajo, los que ya lo tienen no se atreven a abandonarlo por miedo a quedarse años buscándolo, subsidios de desempleo que sirven a los espabilados como forma de sobresueldo, patronal, sindicatos y gobierno que sólo convocan reuniones para no llegar a ningún entendimiento… ¿Y cuál es la solución de ZP? Empeorarlo todo para que a aquellos que están empezando les sea más difícil aún encontrar trabajo.
 
El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) subirá el próximo año en torno a un 5% (de 513 a 540 euros), tres puntos por encima de la inflación prevista según el gobierno.
 
Cuando una persona empieza a trabajar, tiene poca experiencia en una tarea determinada en la que quiere desarrollarse, o está poco capacitado para ella (o lo que es lo mismo, muchos otros saben hacerla mejor que el) sólo tiene un recurso para entrar en el mundo laboral, para mejorar y llegar a percibir una mayor renta en el futuro: cobrar poco y aprender mucho. Las razones son evidentes, ninguna empresa quiere a alguien que tenga unos altos costes operativos, sea torpe o simplemente haga las cosas mal como nos ha podido pasar a todos en nuestros inicios. En el libre mercado el menos preparado puede conseguir trabajo, y la forma es eliminando totalmente el SMI.
 
Imagínese que a algún iluminado del gobierno se le ocurre establecer por ley un SMI de 60.000 euros. ¿Sería esa medida una ayuda a la gente? ¿Abundaría el trabajo para todos nosotros? ¿Encontrarían los menos favorecidos más empleos? Más bien no, lo que pasaría es que sólo tendrían trabajo los grandes directivos, la economía sumergida se dispararía y muchísimos nos quedaríamos en la calle sin ninguna posibilidad de encontrar otro trabajo.
 
Si para la demanda el SMI es perjudicial, también lo es para la oferta, especialmente para las pequeñas empresas. Imagínese que usted tiene un pequeño quiosco y le ayudan dos chicos. Imagínese que el gobierno de turno impone un SMI que usted no se puede permitir. Evidentemente tendrá que despedir a uno de los dos chicos, a los dos o mantenerlos en la economía sumergida con el riesgo que esto supone para usted. Si usted despide a uno, o a los dos chicos, tendrá que asumir sus tareas sin tener tiempo para hacer otras labores que le podrían beneficiar más en el medio-largo plazo. La calidad de su pequeño negocio bajará y sus ingresos por lo tanto también. Hay un chiste en Estados Unidos (no muy bueno, pero ilustrativo) sobre el SMI, un pequeño empresario (PE) y un joven trabajador (JT):
 
- PE: Tengo dos noticias para ti, una buena y otra mala. La buena es que han salido los Demócratas y han impuesto un SMI de 600 dólares.
- JT: Vaya, fantástico. Y cual es la mala…
- PE: Que estás despedido porque no me lo puedo permitir.
 
El SMI es uno de los muchos errores de los políticos. Lo han usado como arma recurriendo a los sentimientos de las personas bienintencionadas durante décadas para conseguir votos sin importarles el bienestar humano. Los políticos no trabajan para el bien común, sino que se ríen de él con mandatos liberticidas como muestran continuamente sus actos. No son las palabras las que nos dicen cómo es una persona o un gobierno, sino sus actos, y cuando el estado no elimina el SMI, su deseo es claro, quiere acabar con el económicamente “débil” para arruinar el futuro económico de la comunidad.

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