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Diana Molineaux

Un panorama cambiante, 1

Aunque los republicanos buscan culpables ante la inminente pérdida de su mayoría en el Senado y los demócratas no pierden la ocasión para señalar cómo la intransigencia de sus rivales provoca la deserción de sus miembros, lo cierto es que la marcha del senador de Vermont, James Jeffords, no es una protesta, ni contra el presidente Bush ni el lider senatorial Trent Lott, sino resultado de la nueva constelación política norteamericana. Jeffords buscó simplemente el mejor momento para sacar tajada a un cambio que responde a las poderosas corrientes políticas del país: Vermont se ha ido desplazando hacia la izquierda y sus otrora independientes ciudadanos ven en el Estado la nodriza que ha de velar por su salud y controlar sus mentes.

Algo semejante sucede en los otros cinco estados de Nueva Inglaterra, donde los demócratas son fuertes y los republicanos tan solo sobreviven en la izquierda del partido, que los sitúa a la izquierda de los demócratas del Sur de EEUU donde la situación es el reverso de la medalla: sus demócratas votan a menudo con los republicanos pero, como el liderazgo nacional demócrata está controlado por la izquierda, la supervivencia impulsa a los políticos sureños a cambiar de partido: de los 14 demócratas que se han pasado al bando republicano en los últimos 20 años, todos eran del Sur, menos un congresista de Pennsylvania. Los únicos dos republicanos que dieron el salto eran de Oregón y New Hampshire.

No es que el sur se vuelva conservador, sino que se van debilitando los resentimientos de la Guerra de Secesión y reacciona según sus ideas conservadoras que, en 1994, dieron la Cámara de Representantes a los republicanos por primera vez en 40 años. La corriente continúa y, combinada con la redistribución demográfica, tiene efectos opuestos en la Cámara que en el Senado. Los 6 estados de Nueva Inglaterra, con menos de 14 millones de habitantes, tienen 12 senadores, mientras que Texas, con más de 20 millones, tan solo tiene 2.

Al mismo tiempo, el aumento de población da al sur más escaños a costa del norte y esta combinación engruesa las filas republicanas en la Cámara de Representantes, además de favorecer la elección de un presidente republicano, pues los votos electorales dependen del número de escaños. Si George Bush repite los resultados de las pasadas elecciones en al año 2004, cuando se refleje el último censo, no ganará por 4, sino por 18 votos electorales.

Pero ambos partidos saben que la situación es fluída y tratan de tomar posiciones ante los futuros cambios demográficos, para ganar los corazones y las mentes de los nuevos americanos –y de los inmigrantes– que, en un día no muy lejano, contarán tanto en el censo como en las urnas.

Continuará…

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