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Pío Moa

Una conversación

Hace unos días, comiendo con un amigo profesor de Sociología en la Complutense, hablamos como sigue (en resumen, claro, pues la cosa fue más divagatoria).

— No te haces una idea del espíritu pragmático y trepa que predomina entre los alumnos. Como te dé por plantearles cuestiones o explicarles las cosas en plan especulativo, pueden reaccionar hasta con hostilidad. Lo que quieren son conocimientos seguros que les valgan luego para conseguir un empleo. A eso lo enfocan todo. Lo demás les trae al fresco.

— Siempre ha sido así, ¿no?

— Yo creo que en nuestros tiempos había un poco más de generosidad, ¿no? De idealismo.

— Bueno, la mitad de aquellos idealistas pensaban en cómo colocarse en algún partido y hacer carrera explotando lo del antifranquismo.

— A lo mejor nos engaña la memoria… Otra cosa: las chicas, enormemente mejores que los tíos. Si encuentras un ejercicio con mala letra y expresión torpe, ya puedes estar seguro de entrada es que es de un tío. La mayoría son unos mantas.

— Sí, parece que las chicas tienen menos cerebro, pero mejor estructurado.

— Debe de ser eso… Además, ¿cómo va a concentrarse un tío rodeado de tías, la mitad de ellas vestidas como putas?

— Hombre, una expresión casi igual se la oí a Delgado de Codes… Era un buen amigo mío, allá por los años setenta, en el Peceerre…bueno, ya sabes, lo mató la policía hace años, en Lavapiés… Decía: “¿Te fijas en las chicas jóvenes? Visten como putas, y aun más en los barrios obreros. La burguesía les mete eso en la cabeza”. Hoy quizá le hubiera contestado: “Visten como quieren, y quieren ir vestidas así. Quizás no puedan remediarlo, o tal vez la publicidad tenga ese efecto”. Lo más seguro es que ¿quién sabe?

— Pero, vamos, sin coñas, yo creo que esa diferencia entre chicos y chicas viene de la coeducación. La codeseducación, más bien.

— Sí, yo también lo creo. La enseñanza mixta hace a las chicas algo machunas, sólo tienes que oírlas hablar. Hablan como antes decían que hablaban los camioneros.

— La coeducación es una estupidez desde el momento en que los ritmos de desarrollo mental y emocional de los chicos y las chicas son muy diferentes. Las chicas maduran antes, y los chicos salen especialmente perjudicados, porque además, como no existe una orientación moral, pues terminan medio tarados.

— Sí, los efectos ya los vemos. Es la generación Rocko Alicates, los del botellón y todo eso. Escribí un artículo sobre eso. Los sociatas impusieron esa codeseducación incluso en los colegios religiosos, amenazándoles con que, si no lo hacían, les retiraban las subvenciones. Esta gente siempre ha considerado el dinero público como algo suyo particular, para quedárselo o para chantajear a los demás e imponerles sus recetas.

— Yo creo que habría que promover la enseñanza separada, porque chicos y chicas se diferencian en muchas cosas. No imponerla, pero que cada centro la plantease como prefiriese, sin presiones ni chantajes con el dinero público. La experiencia diría qué es lo que da mejores resultados.

— La derecha, en estas cosas, se ha pasado con armas y bagajes a las chorradas de la izquierda. Habría que vencer muchas resistencias.

— Pues habría que vencerlas.

Miré en torno, en el comedor de profesores. ¿Cuántos, aun estando de acuerdo con nosotros, se atreverían a defenderlo? Cuando tenía veinte años, era muy partidario de la coeducación, como de tantas cosas que ahora me parecen sandeces, e hice una encuesta entre profesores y directores de varios centros, con intención de publicarla en el Faro de Vigo. Entonces la cosa era al revés que ahora: la mayoría de los centros daba enseñanza separada, y pocos mixta. Renuncié a escribir sobre el asunto, porque la gran mayoría estaba en contra de la mixta, o, si estaba a favor, no se atrevía a decirlo, por espíritu gregario. Más o menos como ahora.

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