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Juan Manuel Rodríguez

"Nuñancés" sale de las catacumbas

No sabía que fuera necesario que José Luis Núñez confirmara de viva voz su renuncia a concurrir como candidato a la presidencia del Fútbol Club Barcelona. Estaría yo confundido, aunque siempre pensé que eso era algo que todo el mundo daba ya por hecho. Lo digo más que nada porque el ex presidente ocupa hoy las portadas de los diarios deportivos catalanes: "Núñez no será candidato". Lo dijo el jueves en una reunión con simpatizantes y, como era habitual en sus años de palco, a don José Luis se le humedecieron los ojos. No se echó a llorar de puritito milagro. Aguantó estoico y habló en clave, como debe hacer cualquier ex presidente que se precie, sin dar nombres y mucho menos referirse a apellidos concretos.

El caso es que habían surgido unos cuantos nostálgicos del "nuñismo" que habían repartido un par de pegatinas y tres o cuatro "pins" por Canaletas recordando los años triunfales. Y, siendo cierto que cualquier pasado fue mejor, cabría refrescarles ahora la memoria a estos caballeros. Tras el "petardazo" de Joan Gaspart pareciera como si Núñez hubiera querido salir de las catacumbas para marcar distancias con respecto a su sucesor. Sin embargo nadie dudaría seriamente a estas alturas que Gaspart, tras veinte años como vicepresidente suyo, era un "nuñista" más. Puede que la cara más esperpéntica del "nuñismo", pero "nuñista" al fin y al cabo. Fue Núñez quien empleó a Gaspart en las tareas menos gratificantes y quien, utilizándole como "tranxilium" de los "boixos nois", le jaleó y le dejó hacer. Claro que Núñez no tiene nada que ver con Gaspart. El primero presidió un club con futbolistas como Romario, Laudrup, Stoichkov, Beguiristáin y Bakero. El segundo tuvo que conformarse con los desechos de tienta.

Me parece muy bien que, pasados los años, José Luis Núñez quiera apuntarse ahora el tanto del "dream team", pero quien hizo aquel equipo no fue él sino Johan Cruyff. Su mayor acierto consistió en contratar al holandés, otorgándole la mayor responsabilidad y autonomía posibles en la parcela que dominaba: la deportiva. Su ruina fue echar a Cruyff con cajas destempladas, como años antes hizo con Diego Maradona. Fueron Cruyff y aquellos maravillosos jugadores quienes convirtieron en inapreciable la distancia histórica que siempre separó al Barcelona de su tradicional enemigo deportivo, el Real Madrid. Núñez se limitó a no tropezar con el mobiliario hasta que, relegado a un segundo plano, no pudo más y quiso ganar para él todo el protagonismo. Ahora dice que no será candidato. Bien. En cualquier caso ya no creo que volviera a engañar al socio culé. Sus años de presidencia sólo fueron mejores por un motivo: estos son simplemente desastrosos.

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