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Emma Brossard

Las petroleras suelen ayudar a los déspotas

Empresas petroleras como Exxon y Shell, que ayudaron a los bolcheviques a reconstruir la industria petrolera y la economía rusa en los años 20, permitiéndoles aferrarse al poder, están haciendo lo mismo con los chavistas en Venezuela. La Exxon envió a sus técnicos para poner a funcionar de nuevo la refinería de Amuay, mientras Shell hacía lo mismo en la refinería de Cardón. Esas dos refinerías forman parte del Complejo Refinador Paraguaná, el centro de refinación petrolero más grande del mundo, con una capacidad de 940.000 barriles diarios.

La industria petrolera aportaba 40% de los ingresos del gobierno venezolano, pero bajo la crisis económica que sufre el país, el régimen de Chávez obtiene más de la mitad de sus ingresos del petróleo y la exportación de más de 2 millones de barriles diarios.

Sin ingresos petroleros, como sucedió durante la reciente huelga general, Chávez no podría mantenerse en el poder. Al paralizar las grandes refinerías, la Gente de Petróleo obligó al gobierno a endeudarse e importar gasolina. Y no sólo paralizaron las refinerías, sino también los campos de producción, por lo cual tampoco se exportó petróleo crudo.

La reacción de Chávez fue despedir a más de 18 mil empleados, gerentes y técnicos de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Entonces, al rescate de Chávez acudieron calladamente los ingenieros y técnicos de las petroleras extranjeras, para realizar las labores que la nueva PDVSA no está en capacidad de llevar a cabo.

Se repite la historia. A raíz del derrocamiento del zar de Rusia, en marzo de 1917, el mundo entero pensaba que los bolcheviques no lograrían mantenerse por mucho tiempo en el poder, debido al caos en que se encontraba el centro petrolero de Bakú. Los rusos que habían emigrado a París buscaban el respaldo de colegas norteamericanos y europeos para que les ayudaran a reconstruir sus compañías petroleras, una vez que regresaran a Rusia. Más de 150 empresas petroleras introdujeron demandas para recuperar propiedades confiscadas por los comunistas. Un consorcio internacional –Front Uni– de las grandes petroleras acordó no dar asistencia técnica a los soviéticos, de manera que no obtuvieran el dinero requerido para la reconstrucción.

El primero que rompió el Front Uni y contrató la compra de keroseno soviético en 1923 fue Henry Deterding de Royal Dutch Shell. Standard Oil (ahora llamada Exxon) tenía un representante en Moscú al mismo tiempo, buscando lograr arreglos. Luego, los franceses, ingleses e italianos procedieron a comprar petróleo a los soviéticos. De Estados Unidos, los bolcheviques recibieron ayuda masiva para reparar los campos petroleros, mientras General Electric y Westinghouse reparaban y reemplazaban las plantas de generación. Asesores norteamericanos aparecían por todas partes y para 1927 Rusia alcanzó los niveles de producción de antes de la guerra, mientras doblaba sus exportaciones. El petróleo se convirtió en la principal fuente de moneda extranjera. Así los comunistas lograron revivir la economía y mantenerse en el poder.

Hoy vemos a las mismas petroleras que socorrieron a los comunistas rusos y permitieron la consolidación de la Unión Soviética ayudando al nuevo enemigo de Estados Unidos (y de Venezuela): Hugo Chávez. Como escribió recientemente el ex directivo de PDVSA Gustavo Coronel en PetroleumWorld.Com: “Ellos saben que los principales directores de PDVSA son los mismos que en los años 60 dinamitaban las instalaciones por todo el país. Lo saben… y, sin embargo, envían a su personal a colaborar en la comisión de un crimen… no lo están haciendo porque necesitan el dinero”.

No olvidemos que en los años 60 era Fidel Castro quien entrenaba y organizaba esas operaciones terroristas. Ahora Castro es el maestro de Chávez y, como afirma Coronel, “así como Cuba se convirtió en la Albania de América Latina, esta ofensiva está convirtiendo a Venezuela en la Zimbabwe latinoamericana”.

Chávez no sólo ha invitado a cubanos comunistas, sino a chinos, a guerrilleros colombianos y a grupos terroristas árabes como Al Qaeda. Chávez lleva a Venezuela hacia el abismo y vemos quiénes son sus amigos.

El domingo 27 de abril ocurrió una gran explosión e incendio en la planta de hidrodesulfurización de la refinería de Amuay, donde están trabajando técnicos de Exxon. El problema es que Chávez ya no puede culpar de sabotaje a la Gente de Petróleo y seguramente sus nuevos chivos expiatorios serán los técnicos de Exxon y de las demás multinacionales petroleras que corrieron a ayudarle.

Emma Brossard es autora del libro Power and Petroleum: Venezuela and Cuba (2001) y fue asesora de la presidencia de PDVSA (1985-1994).

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