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Emilio J. González

De Iberia a la BBK, pasando por Arzalluz

El próximo 12 de junio, Xavier de Irala dejará su cargo como presidente de Iberia para ocupar el sillón de primer ejecutivo de la BBK. Hacía más de un año que se venía especulando con esta posibilidad, pero la realidad lo negaba. Ahora, en cambio, cuando los mentideros del mercado se habían olvidado de Irala salta la sorpresa. ¿Qué pasa?

La gestión de Irala al frente de la aerolínea española, en general, ha sido buena. Cuando nadie creía en las acciones de la compañía, por la propia realidad de la misma y por la situación del sector, el todavía presidente de Iberia consiguió hacerlas remontar el vuelo y proporcionar ganancias bastante respetables a los accionistas, apoyadas en unas cuentas saneadas y que generan beneficios reales. Hace tres años, nadie daba un euro por la supervivencia de la empresa si no se acababa fusionando, o algo parecido, con British Airways, Air France o Lufthansa; hoy, después de ver caer a Swiss Air, Sabena, Alitalia, KLM, Lauda Air, Lufthansa,... Iberia es uno de los tres pivotes sobre los que girará la reordenación del sector en Europa e, incluso, en los próximos meses podría dar sorpresas en forma de compras. Hasta hace dos años, los pilotos del Sepla campaban tranquilamente por sus respetos dentro de la compañía; hoy ya no son ese terrible problema de antaño que tan caro le costó a Iberia. Con semejante bagaje a sus espaldas, ¿por qué se va?

La explicación está en la política. Irala es un hombre del PNV, cosa que, al principio, le costó bastantes problemas con el vicepresidente económico del Gobierno, Rodrigo Rato. Josep Piqué, cuando fue ministro de Industria, lo puso al frente de Iberia, entre otras cosas por las simpatías del político catalán con los nacionalismos. El nombramiento cayó como un jarro de agua fría en el Ministerio de Economía, que hubiera preferido una persona con un perfil menos político. Pero, con su gestión, Irala calló esas críticas e, incluso, tuvo el respaldo pleno de Rato tanto en el conflicto con los pilotos como en los intentos del ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, de moverle el asiento y colocar en su lugar al hoy presidente del CES, Jaime Montalvo. Ahora, el PNV de Arzalluz reclama sus servicios e Irala acude a prestárselos.

Precisamente, conviene aclarar que se trata del PNV de Arzalluz porque dentro del partido hay dos bandos, ése por un lado y el de moderados como Pedro Luis Uriarte y los vizcaínos por otro. La BBK, precisamente, es una entidad vizcaína y esta rama del partido quiere que vuelva a su control tras la marcha de su presidente, José Ignacio Berroeta, prevista inicialmente para 2004 y ahora adelantada a este año. En cambio, los de Arzalluz quieren que siga bajo su control por lo que pretenden hacer el relevo ahora, antes de que los vizcaínos, en alza desde hace algún tiempo, lo impidan. Por ello han llamado Irala, un hombre de los suyos que, a la vez, puede ser una persona de consenso con los vizcaínos. Siempre el juego político.


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