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Ignacio Villa

La campaña de Aznar

Los primeros días de campaña electoral nos están dejando de forma apresurada, y casi con categoría de conclusiones, algunas cuestiones de interés. Inesperadamente, esta campaña electoral se ha convertido desde el primer minuto en una campaña trascendental. Y es que ya es evidente, y nadie puede rebatirlo, que estos comicios municipales y autonómicos son por encima de todo unas verdaderas elecciones generales en contenidos, dialéctica y dinámica. Todo gira alrededor de los dos grandes líderes –Aznar y Zapatero– quedando en evidencia las virtudes y las deficiencias de sus organizaciones.

Estos primeros días de campaña nos han mostrado a un presidente Aznar en plena forma política que está sacando a la luz un buen discurso, elaborado, con coherencia y con el respaldo de siete años de Gobierno. Aznar está defendiendo con ardor la articulación de España, la clara lucha contra el terrorismo, y los éxitos económicos, pero especialmente ha incorporado un nuevo concepto: "las manos limpias". El PP –dice Aznar– es un partido limpio y honrado frente a la corrupción socialista. Mientras tanto, Rodríguez Zapatero está dando muestras de una evidente debilidad dialéctica y una clara pobreza de propuestas. Hasta el momento, Zapatero está a remolque de Aznar, insistiendo en unas críticas más tópicas que reales. El secretario general del PSOE, bloqueado por la guerra de Irak, está ofreciendo una imagen floja en contenidos y pulso político. Mucho chiste fácil y poca propuesta para pretender llegar a la Moncloa en el año 2004.

También hemos asistido, en este arranque de campaña, a una petición dirigida al presidente Aznar, a voz en grito:"No te vayas". Se escuchó por primera vez en Murcia, se volvió a escuchar en Valencia y también en Málaga. Comienza a ser el grito de campaña de la militancia. Quizá lo más significativo es que está petición más allá del "folklore" de un mitin. Significa que, por primera vez, el proceso de sucesión de Aznar sale de los despachos del poder y llega a la base. Y al presidente, que por el momento esquiva como puede la situación, desde luego le afecta.

Asimismo, los primeros días de campaña también nos han dejado el "pinchazo de Mestalla", en Valencia. Es un error innecesario y del que hay que buscar responsabilidades en el "entusiasmo" de algunos de los impulsores y organizadores de la idea. Un riesgo que ha corrido el PP, que al final quedará en anécdota, pero que ha desmontado el "mito" del estadio de Mestalla. Demasiada vanidad para nada.

Pero si algo ha quedado claro al inicio de la campaña es que es "la campaña de Aznar", para propios y extraños. El presidente se lo está comiendo todo. Mientras que los sucesores están desaparecidos, recorriendo España en actos menores y secundarios, el presidente capitaliza la atención, ejerce un "hiper-liderazgo" evidente y abrumador. Y lo hace por fuerza propia, pero también como un recordatorio interno. Con su actitud les viene a decir a los suyos:"Con la guerra de Irak, muchos habéis dudado de mí, ahora os voy a demostrar quién gana unas elecciones". El Partido Popular en esta campaña es sólo y exclusivamente Aznar, y desde luego, por el momento, con este Aznar están bien servidos. Mientras tanto, el PSOE e IU están cimentando su discurso en un ataque personal en exclusiva contra Aznar. Incluso el Partido Popular desaparece de sus ataques; aquí el único objetivo es el presidente. Una estrategia, desde luego, pobre y carente de alternativa.

Al final, es verdad aquello que tantas veces se ha dicho:"Esta va a ser la campaña de Aznar". Es su última campaña siendo líder en exclusiva del PP y, además, de los resultados de las municipales y autonómicas depende el proceso de sucesión y depende también que los últimos meses de Aznar en La Moncloa sean tranquilos o tormentosos. El presidente se juega mucho. Esta es su campaña y lo está demostrando.

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