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Alicia Delibes

De nuevo la sombra de Irak

“Un voto preventivo contra una guerra preventiva”, eso es lo que ahora pide Zapatero a los españoles. Y es que resulta que Zapatero, después de llenarse la boca calificando la guerra de ilegal, injusta y criminal, después de haber apelado a los sentimientos humanitarios y pacíficos de la ciudadanía, ha decidido apelar a ese otro sentimiento mucha más vergonzante, mucho menos honroso y confesable que es el miedo.

Aznar, dice Zapatero, nos ha metido en la lista de los países enemigos del terrorismo internacional. Pero ¿en qué lista nos quiere meter él? ¿en la de los amigos? ¿en la de los cómplices del terrorismo? Señor Zapatero, usted sabe muy bien que cuando una banda de asesinos está dispuesta a sembrar el odio y el terror sólo cabe estar en dos listas: la de los que la combaten y la de los que, por acción u omisión, la están apoyando.

Parece mentira que, después de la larga y triste experiencia que los españoles tenemos en el País Vasco, esa izquierda que representan Llamazares y Zapatero se atreva a proponer una estrategia “distinta” para luchar contra el terrorismo que la de combatirlo abiertamente, con energía y decisión.

Era de espera que los atentados de Casablanca dieran motivos para sacar de nuevo el tema de la guerra de Irak. Esto que ahora nos cuenta el líder del PSOE es exactamente lo que dijo González en su día: la guerra contra Irak no servirá para derrotar al terrorismo islámico sino que lo recrudecerá, no apaciguará el rencor hacia Estados Unidos sino que lo alimentará, no traerá la paz al mundo sino que hará estallar la tercera guerra mundial.

Espero que esa gran parte de la izquierda que, después de mucho esfuerzo, de muchas lágrimas y de muchas muertes, se ha convencido de que contra el terrorismo sólo caben políticas duras y enérgicas, no caiga de nuevo en el mismo error que un día cometió. Asusta observar que a la izquierda le guste flirtear con el islam, como le gustó un día coquetear con ETA y que comprenda ese odio de los islamistas hacia la prepotencia occidental, como en su día comprendió el sentimiento de opresión que sufría el pueblo vasco.

Zapatero quiera convencernos de que para luchar contra el terrorismo islámico existen otras estrategias que, supongo, pasarán por la comprensión del criminal y el diálogo con los asesinos. Creía que ya habíamos, “todos y todas”, aprendido que dialogar con criminales es exactamente lo mismo que claudicar y rendirse ante el miedo que nos dan.

El terrorismo es un cáncer, y cuando a uno le diagnostican un cáncer sólo tiene dos opciones: negarlo y esperar a ver si se cura sólo, o combatirlo hasta aniquilarlo. Quien lo combate puede ganar la batalla o puede perderla, pero aquel que no lo combate está condenado a una muerte segura. Contra el terrorismo, como contra el cáncer, o se lucha enérgicamente o se rinde uno y, en ese caso, sólo le resta prepararse para un desenlace fatal.


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